Amar sin distinciones

 

Muchas veces me habéis preguntado, llenas de un santo deseo de aprovechar en el camino de vuestra santificación: «qué ocasiones se le pueden ofrecer a una Esclava del Amor Misericordioso, para hacer actos de virtud». Soportar sin murmurar una grave calumnia, una amonestación injusta, un castigo inmerecido, rogar por los perseguidores, dejar resignadamente y con escrupulosidad, los lugares u oficios a que el corazón se siente prendido, sin curarse del resultado que puede ocasionar tales órdenes; mostrarse humilde en los éxitos brillantes e inalterable en las contradicciones.

Huir rápidamente de un lugar o una compañía peligrosa a la castidad, mortificar nuestro cuerpo sin cesar, ya con austeridades que el ingenio proporciona y que hace extremecer la delicadeza de la carne, ya con cosas pequeñas pero continuas.

Haciendo el bien sin distinción, o mejor dicho, que nuestra preferencia sea para los que nos ofenden y mortifican y los más repugnantes y desgraciados; ejercitándose en todo momento en la práctica de lo más costoso, es como nuestra naturaleza se doma y el corazón se arma contra toda resistencia.

Para esto es preciso, hijas mías, tengamos siempre presente estas dos ideas:

1ª que cuanto más difícil es la caridad será más meritoria;

2ª que cuanto menos amable sea la persona a quien hemos de atender, más se santifica uno amándole y más seguras estamos de no amarle más que por Dios, teniendo en cuenta, hijas mías, que la principal condición para la práctica de la caridad fraterna, es ver al buen Jesús en nuestros hermanos.

Esta magnífica obra supone un trabajo ímprobo y muchas veces descorazonante, pues no vayáis a creer que los beneficiados con esta labor reconocerán vuestro trabajo y os estarán agradecidos, antes al contrario, ellos se creerán merecedores de todo cuanto les hagáis y aun de mucho más, de ahí, que en vez de hallar en ellos palabras de agradecimiento hallaréis reproches, fastidio y quizás odio, y mucho más, en estos calamitosos tiempos.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005