Un corazón misericordioso

 

A pesar de haber oído hablar tanto de la misericordia, no podía comprender qué es esto o, mejor dicho, qué es lo que experimenta el corazón que es misericordioso.

Yo creo, hijas mías, que la compasión que se experimenta cuando una ve sufrir a otro, o bien oprimido bajo el peso de una desgracia, es misericordia.

Y así, entiendo que seremos misericordiosas, si nos hacen sufrir las penas de los demás, o sea, si nos hacen derramar lágrimas sus padecimientos, teniendo en cuenta, hijas mías, que el alma que ama en serio a Jesús son muchas las lágrimas que derrama pues ve que, muchos de sus hermanos no le aman, le ofenden, y rara vez se conforman con su voluntad y ésta es la mayor desgracia que les puede acontecer.

El alma que ama a Jesús y que es amiga de El

es delicada y procura no herir, evita todo aquello que puede lastimar a su prójimo,

tiene mucha pena cuando nota que ha cometido una imprudencia

y olvida fácilmente todo aquello que a ella se le hace

y si en ello piensa no es más que para presentarlo a Jesús y pedirle ayude a su hermana para que sea lo que El pide de Ella.

He aquí, hijas mías, el prodigio que Jesús y el mundo esperan de las Esclavas del Amor Misericordioso. ¡Dadnos santas! Y yo, Jesús mío, os digo: Dadnos amor; dadnos caridad, concedednos amor al prójimo; sólo así amaremos a Jesús, amando a nuestros hermanos, pero quiero amar a todos: a los buenos y a los malos; al pecado no, Jesús mío, pero al pecador sí, para que se convierta y te ame.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005