Es muy de lamentar que, por el poco saber de algunas religiosas se sirven de las cosas espirituales sólo para la satisfacción de los sentidos, dejando el espíritu vacío, para que el jugo sensual les estrague buena parte del espíritu, bebiéndose el agua antes que llegue al espíritu, dejándole seco y vacío.
Viviendo en la superficie del alma,
se vive también en la superficie de las cosas,
porque quien no sabe penetrar en el fondo del alma tampoco sabe penetrar las profundidades de las cosas, se ocupa sólo de lo exterior y así sólo da importancia a las pequeñeces.
Así en los deberes y en sus obligaciones, pone su cuidado en la corteza más que en la savia y en el cuerpo más que en el alma.
El alma atada a las prácticas exteriores no puede volar; está aprisionada, encadenada y embotada.
Viendo las cosas por su aspecto mezquino se achica y se contrae.
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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005