Vivir en la verdad

 

El buscarnos en todo a nosotras mismas, es el resumen de todos nuestros vicios, y causa de todas nuestras faltas, es a lo que nos acomodamos muy pronto y bien. ¡Nos es tan agradable estar contentas de nosotras mismas... y de Dios...!

Y hallándose a gusto en este Tabor ¿por qué no hemos de hacer en él tres tiendas? Sí, pero en ellas, hijas mías, no se alojarán ni Jesús, ni Moisés, ni Elías; en ellas únicamente se alojará, en compañía de la piedad sensible, una virtud tibia y tal vez la sensualidad y el orgullo.

No es este el lugar que el Señor ha designado para campo de las ascensiones de nuestro corazón; las ascensiones del corazón, hijas mías, parten de punto más profundo, se levantan del valle de lágrimas, y aquí en estas profundidades está la lucha y está el dolor.

El alma atada a las prácticas exteriores no puede volar; está aprisionada, encadenada y embotada. Viendo las cosas por su aspecto mezquino se achica y se contrae.

Las prácticas pequeñas, hijas mías, hacen al alma pequeña, porque el alma llega siempre a adquirir las proporciones de las cosas a las cuales se apega. El alma se hace pequeña si se apega a cosas pequeñas, o mejor dicho, si mira las cosas por su lado pequeño, porque las cosas, miradas por otro lado, son grandes; así como las grandes, consideradas a otra luz son pequeñas.

Cuando vemos a Dios en las criaturas, vemos la verdad, porque el aspecto verdadero de las criaturas es el que glorifica a Dios, puesto que este es su destino esencial y la razón fundamental de su existencia.

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ultimo aggionamento 05 maggio, 2005