2 . «Trata de otra merced que (le) da el Señor»

«Entre estas cosas –penosas y sabrosas juntamente– da nuestro Señor al alma algunas veces unos júbilos... extraños»[69]. Comienza así el segundo tema del capítulo. Es la explosión de gozo que estalla de pronto en el interior de Teresa. En el umbral del capítulo se había abierto ese su paisaje interior con «deseos de gozar». Pero deseos de Dios que al quedar insatisfechos derivaban en «tormento sabroso». Ahora sobreviene otra modulación de corte psicológico y teologal. Teresa le da el nombre de «júbilo». Y lo describe “irruente” y “exaltante”.

«Júbilo» es vocablo que sola esta vez comparece en el corpus de los escritos de la Santa. Término latinizante, que ella toma probablemente del pasaje bíblico alusivo a Jerusalén en fiesta («exulta filia Sion, jubila filia Jerusalem»: Zac 9, 9), y leído en la liturgia de adviento. De ahí el carácter profundamente religioso de ese gozo desbordante, que empalma a la vez con un genuino filón de la psique teresiana: su nota constante de alegría. Lo mismo que los deseos de otra vida notábamos que en ella eran prolongación sublimada del natural deseo de vivir, también ahora la nativa vena de alegría se abre en su alma al «júbilo» que le viene «de otra región», y se prolonga en él.

De nuevo se trenzan las dos componentes, teologal y psicológica. Ese su júbilo no es un gozo remansado y reservado para sí misma: «Todo su contento provoca  alabanzas de Dios»[70], en pura doxología teologal. Pero a la vez se desborda en derredor como una onda expansiva que alcanza a los otros: «Es un gozo tan excesivo del alma, que no querría gozarlo a solas, sino decirlo a todos para que la ayudasen a alabar a nuestro Señor, que aquí va todo su movimiento»[71].

Es la «locura y embriaguez de amor»[72] «Anda el alma (=Teresa misma) como uno que ha bebido mucho, mas no tanto que esté enajenado de los sentidos...». Pero «harto groseras comparaciones son estas para tan preciosa causa; mas no alcanza otras mi ingenio»[73]


[69] Teresa, VI M, 4, 10

[70] Teresa, VI M, 4, 10

[71] Ibid

[72] Cf. Vida 16, 2: en su glosa a los Cantares, «borrachez» de amor: Conc. 4, 3-4; y 5M 2, 8

[73] Teresa, VI M, 4, 13