2. LA MADRE HABLA CON JESÚS COMO CON UN PADRE MISERICORDIOSO

La Madre en los éxtasis habla con Jesús, encarnación de la misericordia del Padre misericordioso y hecho uno con el Padre misericordioso. Hablando con Jesús habla con el Padre.

La Madre, consumida en el deseo de dar a Dios todo lo que le pide y con voluntad firme de cumplir en todo la voluntad de Dios, en los éxtasis manifiesta la confianza ilimitada y la seguridad que la anima de que Dios le concederá todo aquello que le pida y que sea conforme con la voluntad de Dios. “Concédeme la grande gracia, Jesús, de que yo no deje sin terminar todo aquello que Tú me has pedido[209].

Esta seguridad y esta confianza tienen su origen en la fe que la Madre tiene en la paternidad de Dios. El Dios a quien ama con todas sus fuerzas es un Padre que “no puede vivir sin sus hijos”. Está segura de que a Dios se le puede pedir todo lo que necesitamos para nuestra santificación con la seguridad de que él lo concederá con creces. Más aún, Dios está esperando a que le pidamos algo para dárnoslo. De aquí que buena parte de los éxtasis son una apremiante súplica a Dios para que le ayude y conceda algo. “Quiero darte tanta gloria, Jesús mío, disgusto ninguno, ninguno, ¡jamás! ¡no! Ayúdame, Jesús mío, para que yo pueda darte todo aquello que Tú quieras, lo que Tú creas, lo que Tú quieras. Ayúdame, Jesús mío; ayúdame para que yo pueda atraer tantas ánimas a Ti, cerca de Ti, a estar contigo”[210].

Hay un tipo de petición que en los éxtasis es recurrente: la petición a Dios en favor de la conversión de los pecadores y la petición a Dios para que despierte a la santidad a los “dormilones” espirituales. Es tal la confianza en esa paternidad divina y la seguridad de que Dios, porque es Padre, hará lo que le pide, que repite varias veces “no me digas que soy pesada”. Dios hará también eso porque es Padre que ama a sus hijos (su amor lo redobla a medida en que el hombre se aleja de él) y porque no puede resistir a la petición de sus hijos que piden por los que se desvían de la casa paterna El cambio de conducta en el hombre es tarea de Dios, sólo él puede hacerlo, pero hay que pedirlo e interceder para que Dios actúe. Ésta plenamente convencida de que esta petición Dios siempre la escucha y concede. Fue siempre una norma en ella: antes de poner los medios humanos para que las personas cambien de vida (hablar en privado con alguno, exhortaciones a grupos, imposiciones de normas, corrección, etc), la Madre estaba profundamente convencida de que los esfuerzos humanos para ayudar a cambiar interiormente a las personas no tendrían éxito si ella, con su oración e intercesión, no conseguía “ganarse” esa gracia ante Dios. Sólo después las medidas humanas serían eficaces. “Yo no puedo hacer nada, soy el intérprete, pero no me sé explicar, hazlo Tú. Que todos los Seminaristas y jóvenes, revestidos con el hábito de la familia de tu Amor Misericordioso, perseveren, que sean santos Sacerdotes del Amor Misericordioso. Ayúdales en los estudios y en todo, Señor[211].

En los éxtasis, la Madre no sólo tiene confianza y una seguridad en la paternidad divina. Van siempre unidas a una concepción de sí misma y de sus posibilidades en el campo de Dios marcada por una profunda humildad. “... Cuando voy con los peregrinos, digo: "Señor, Tú lo sabes, yo soy el asno de Balaam, quiero hacer lo que Tú quieres"[212]. La seguridad y la humildad son complementarias: cuanto más desconfiada en sus fuerzas, más segura en la paternidad divina y cuanto más segura de la paternidad de Dios, más convencida de su nada. “Tú quieres escoger la criatura más inútil que existe en la tierra y lo has hecho, lo has hecho Señor! ... ¡No llego, no soy capaz, Señor! las dificultades son grandes ... las cosas ... ¡no llego, Señor! ... Yo quisiera dártelo, no es que no quiero hacer lo que Tú me pides, ¡pero no lo consigo, Señor! ¡Ten compasión de mí, ten compasión de esta criatura tan débil! Yo Señor no tengo nada. Te digo que no puedo; Tú no te molestes, Señor; Tú no pienses que no quiero darte ... ¡Tú lo ves y lo sabes, es demasiado! ¡es demasiado, Señor!!... ... Claro, Tú pones junto a mí a las criaturas que no pueden nada, ellos quieren ayudarme pero se desaniman en seguida y yo no soy capaz, Señor, ¡ayúdame Tú! Ayúdame Tú, Señor, sino no lo consigo, mira que no soy capaz; Tú ya lo ves, deseas una grande gloria, quieres que no exista en el mundo un santuario como el tuyo ... pero Tú, Señor, debes extender estos tus Hijos por el mundo entero”[213].

Dios es un Padre misericordioso: ”un verdadero Padre, un Padre que perdona, no cuenta y se olvida de todo. Tú me perdonas todo[214]. Da escalofríos escuchar las peticiones de perdón de la Madre para ella y para los demás. “Haz, Señor, que mientras viva esté en tu Santuario y sea siempre con el fin que creía ha sido hasta hoy y si algo ha habido torcido, que no ha sido así, hoy fiesta de Navidad enderézalo Tú; pero que no sea así. Endereza, no cuentes, no pienses en ello y olvídalo si es que así ha sido”[215]Y ahora, Señor, concédeme la gracia de decirme que has perdonado todo, que no lo recordarás más y que no cuentas más el pasado. Dímelo, Señor, me lo tienes que decir, no por mí, sino para que yo como el asno de Balaám pueda decírselo a los hijo e hijas. Yo quiero ser como el asno de Balaám para decirles que les has perdonado todo lo pasado en este año 1964 y que comiencen a caminar de nuevo; ¡hazlo, Señor! y si no me lo quieres decir - yo que te conozco a Ti sé que no vas a resistir, porque aún me quedan algunos días durante los cuales te lo voy a pedir continuamente, te voy a dar guerra en serio, Jesús, si es que no me llevas del medio - hasta que me concedas esta gracia ... este es mi propósito ... ya veremos si eres capaz de no responderme; no voy a cesar de importunarte hasta que consiga oír de Ti que: "Los vas a seguir paso a paso y que te vas a congratular con ellos y ellas y con el trabajo de ambos". Anda, que ya sé que Tú me lo vas a decir... Solamente deseo de Ti en este año, que me digas: "No me lo pidas más, porque está todo perdonado, me he olvidado de todo"[216]

En este texto aparecen unas frases y actitudes de la Madre ante Dios reveladoras de su confianza y seguridad en el amor de Dios para con ella, de confianza ciega en el perdón incondicional de Dios, y todo porque “te conozco bien”, pues eres Padre, A. M.: “no cuentes, no pienses en ello y olvídalo si es que así ha sido”

- “Te conozco bien a Ti y sé que no vas a resistir

- “Ya veremos si eres capaz de no responderme”

- Exige de Dios que olvide, que no recuerde, que no cuente más el pasado

- “Me lo tienes que decir” que me perdonas

- “aún me quedan algunos días durante los cuales te lo voy a pedir continuamente, te voy a dar guerra en serio, Jesús, si es que no me llevas del medio - hasta que me concedas esta gracia ... este es mi propósito”

- no voy a cesar de importunarte hasta que consiga oír de Ti que: "Los vas a seguir paso a paso y que te vas a congratular con ellos y ellas y con el trabajo de ambos"

- “Anda, que ya sé que Tú me lo vas a decir”

- “Solamente deseo de Ti en este año, que me digas: "No me lo pidas más, porque está todo perdonado, me he olvidado de todo

Los términos que utiliza la Madre en los éxtasis pidiendo a Dios que perdone son esclarecedores. No es un perdón como declaración de anulación de deudas. Es un perdón que “endereza”, que hace cambiar de rumbo, de vida, y porque cambia y sana “olvida”, “no tiene en cuenta”, “no recuerda el pecado”, no toma en cuenta lo sucedido”. Además es un perdón obtenido por su petición maternal pero que debe ser “dicho” por Dios mismo para que sea transmitido a los interesados para que cambien y vuelan a Dios. Dios puede perdonar sólo si se busca el cambio interior.

En este Padre, en lo relacionado con las faltas, no existen cosas grandes o pequeñas. Todo es para él grande y al mismo tiempo pequeño, esto es, todo es enorme porque se trata de ofensa de Dios, pero al mismo tiempo es pequeño porque Dios perdona todo sin reticencia y con amor de Padre. “Tú no hagas caso de las pequeñeces - y las cosas grandes para Ti no existen, - todo es pequeño ante Ti, tanto, que las cosas pequeñas no las cuentas y las grandes ... igualmente; de modo que perdónalos, dales tu bendición y no les tengas nada en cuenta, ¡Jesús mío!!”[217]

El Dios de la Madre en los éxtasis no es un Dios autosuficiente, que manda y que dirige las acciones sobre el mundo desde la lejanía de su ser espiritual Es un Padre cercano, que perdona y atiene al necesitado y necesita colaboradores para perdonar a los hijos alejados de la casa paterna. A ella, como hija de este Padre, le compete sólo colaborar con esa obra salvífica que el Señor le encomienda. A un Padre así no se le puede negar ni escatimar nada. En esta paternidad “necesitada” de colaboración radica la fuerza y la decisión en sus acciones y obras que realiza. Son designios de un Padre Dios que a ella la sobrepasan, pero al ser voluntad divina “tiene derecho” a que Dios esté presente como Padre y cumpla él lo que desea. “Cuando vienen los enfermos yo te digo: ponte junto a mí, Señor, e inspírame, ayúdame. Haz, que yo no diga cosas inoportunas, ni lo que Tú no quieres. Te lo repito cada día y no una vez sola, sino dos, cada vez que entro en esa habitación. Tú sabes bien lo que sufro porque tengo miedo de estropear tu Obra; pero si Tú lo quieres, te lo repito: Señor, ven conmigo, asísteme, ayúdame siempre, porque ayudada de Ti estoy dispuesta a todo cuanto me pidas”[218]

La Madre, ante este Padre que perdona, olvida y no tiene en cuenta, cuando implora el perdón para quien se ha equivocado, no sólo apela a la misericordia divina, sino que hace suyas las palabras del Padre Nuestro “perdónale, así como yo le he perdonado”. “Tú que eres Padre, que siempre has dicho que perdonas, olvidas y no ves las miserias de tus hijos, ¿no ves que se trata de una locura, que no tiene fe, Señor? ¿Qué me dices? ... Dime que no tomas en cuenta lo que hace esta hija, aunque gire de un sitio a otro, no le tomes en cuenta nada. Yo no le tomo en consideración nada, sólo quiero que Tú la perdones y tengas presente que la han puesto en esta situación santos ministros tuyos, porque antes no era así.”[219]

La Madre vive “en la misericordia de este Padre”. Puede decir: “yo te conozco”, no sólo yo sé. Conoce la forma de actuar y de ser de Dios porque vive al lado de él. “Yo, Señor, ya te conozco y sé que para las cosas más grandes te vales de lo peor que existe; por eso te repito, si a Ti te agrada, pero si no es ésta tu voluntad, te digo como siempre: "Ecce Ancilla Domini"”[220]

Talmente está identificada con esta compasión misericordiosa de Dios que a los peregrinos repite, y se lo cuenta en el éxtasis a Dios, deben temer menos a Dios que a su padre terrenal. “Que los peregrinos que vienen a tu Santuario se encuentren con una pobre religiosa sin cultura, sin valor... siempre dispuesta a orar por ellos, eso sí, pero nada más; una pobre religiosa que les envía a Ti, que les exhorta purifiquen su alma y vayan al Padre bueno que no cuenta, perdona y olvida. Que tengan presente que si fuera el propio padre quien les debiera juzgar tendrían motivo para temer; más, porque eres Tú quien les juzgará, no deben temer, pues Tú, Hijo mío, eres aquel que no cuenta, eres el Padre del hijo pródigo que espera el hijo herido para curarlo[221]

Las fiestas litúrgicas en las que la Iglesia recuerda de forma especial el amor infinito de Dios son también días especiales para Dios en el hoy del mundo para olvidar y perdonar a sus hijos: “... Es el día de Jueves Santo en el cual Tú has sufrido tantísimo. Hoy es día de perdón, Señor, y Tú debes perdonar todo aquello que te han ofendido estas hijas. Dame, Señor, la satisfacción, en este día aniversario de aquél tan terrible para Ti, de ver que Tú no te recuerdas más de estas ofensas, las perdonas y olvidas”[222]

El perdón es acción divina, que debe cambiar a todos: a quien lo recibe, a quien anuncia el amor paternal de Dios y a los instrumentos humanos mediante los cuales llega al pecador ese amor misericordioso. El día de la inauguración del Santuario decía en un éxtasis: “Se ha terminado (la inauguración). Que todas las criaturas lleguen a comprender que Tú no cuentas, perdonas y olvidas. Pero, ¿hemos llegado a esto en esta inauguración? No, no, no; te lo digo de verdad”[223]. No es tan sencillo y descontado dejarse coger e involucrar en este amor infinito de Dios para con el hombre. Si te acercas a él, debes cambiar y hacerte entrega.

Los éxtasis de la Madre son una constante y pujante invocación y petición a Dios para que su amor reine en el corazón de los hombres. “Ayuda a las almas que vienen a este tu Santuario para que sean felices, vivan en paz y puedan venir a darte las gracias porque te has mostrado con ellas como un Padre bueno, generoso y justo. Que los esperas como el padre al hijo pródigo para abrazarles y decirles que no se preocupen más. A alguno ya se lo he dicho esta mañana, a otros esta tarde y a los demás ya se lo diré[224].

Dios es un Padre que con su amor provoca el amor de la criatura. Dios Padre no conoce la imposición. Amando misericordiosamente despierta en la Madre la necesidad de responder al Amor con amor. “... Ayúdame, Jesús mío, a darte mucha gloria. Quiero vivir para amarte; quiero vivir para amarte y sufrir y darte mucha gloria. Esto sí, Jesús mío, quiero sufrir amándote, morir amándote y vivir amándote, Jesús mío. Quiero vivir para Ti y solamente para Ti y quiero vivir haciendo tu divina voluntad cueste lo que me costare, ¡Jesús mío! no quiero más. No mires si me cuesta o no me cuesta, quiero santificarme; quiero, Jesús mío, darte gloria a Ti. ¡No te vayas!! Quiero vivir para amarte y nada más; quiero vivir para amarte y después ir Contigo por toda una eternidad, pero quiero vivir y morir amándote. Que pueda yo vivir y morir Contigo, Jesús mío, que sea toda tuya; ¡hazlo, Jesús mío! ... No, yo no quiero otra cosa que hacer tu divina voluntad cueste lo que me costare y después, Jesús mío, ¡lo que Tú digas, como Tú digas y como Tú quieras, Jesús mío!!”[225]Aquello que Tú quieres y como Tú quieres y como Tú lo quieres”[226].No te preocupes, Jesús mío, de si yo estoy así ... estoy bien; puedo soportar todo con tu ayuda, Jesús; lo que no quiero es que las hijas se hagan la idea de que pueden vivir tranquilas respondiéndose una los hijos y las hijas - que vivan unidos, que no vaya cada uno por su parte y que sea no un amor de criaturas, un amor de ... no, amor del Padre a la hija y de la hija al Padre; amarse bien, quisiera esto, Jesús mío a la otra con toda facilidad, discutiendo unas con otras ... no, en eso quisiera que me ayudases ... ; sí, yo ya lo probé como me dijiste, pero no he sacado nada porque están muy subidas; pero si Tú lo quieres, yo de nuevo comienzo a trabajar con ellas; de nuevo sí ... hazlo, Jesús mío, lo que Tú quieras y como Tú lo quieras”[227]. Quiero sufrir Contigo; quiero sufrir y amarte, pero mucho, mucho Jesús mío! Deseo amarte, deseo amarte fuertemente y deseo también, Jesús, pedirte - y estos sí que te lo pido de corazón para[228]

Dios es misericordioso porque es Padre y porque ama al hombre más que a sí mismo. “Es el amor el que te hace tener esa paciencia y así, Jesús mío, ¿cómo quieres que nos pongamos delante de tu imagen tan triste, tan desolada, sin fuerzas, a decirte otra cosa? No, no te vamos a pedir más, pero sí que estas criaturas que han venido esta noche, se lleven a casa la persuasión de que Tú las vas a ayudar[229]

Por eso se puede implorar, suplicar y se pedir la clemencia de Dios ante el pecado desde el amor. Porque ella ama a Dios con todas sus fuerzas puede anunciar el A. M. de Dios con seguridad y puede implorar la misericordia de Dios sobre los hombres que acuden a ella. “A aquellos que llegan cargados de sufrimientos, de enfermedades o escrúpulos, que dicen que no te aman y quieren saber cómo amarte, que yo pueda decirles que Tú estás contento, que les amas, que no cuentas y perdonas. Esto es lo que quiero decir a todo el que aquí venga, pero segura, persuadida que lo he oído de Ti, en modo de no equivocarme o hacer una cosa que no debo[230]

Es simpatiquísima, atrevida, pero al mismo tiempo llena de cariño y típicamente femenina, la motivación por la que pide a Dios de ser misericordioso. “Hazlo, Jesús, que se lo he asegurado mucho: que no se apuren, que estén contentas, que Tú les ayudas, que no las vas a dejar... y si después vamos a quedar mal porque ... yo he sido muy ligera en decírselo, Jesús[231]. Es el atrevimiento del verdadero amor

Los éxtasis son oración en grado supremo y visión en sumo grado del actuar y del ser de Dios. Ella ha “visto” y es “testigo” de la solicitud con la que Dios, en su paternidad, acude en ayuda de sus hijos necesitados, aun en cosas mínimas. Por eso puede decir “ya veo”. “Ya veo Señor, que no te puedes portar mejor porque eres un Padre que en seguida acudes a la más pequeña cosa. Ayúdales, Jesús mío, para que hijos e hijas, unidos siempre a Ti, vivan siempre con el deseo de santificarse, no de ser esto ni ser lo otro; que no entre en casa esta soberbia de estar haciéndose "los grandes"; no, Jesús mío! no! "los grandes" no, los pequeños, los que sufren y cuidan de los pobres, que no entre la vanidad, Jesús mío! que no entre porque debe ser una cosa muy triste, Jesús mío. ¡No lo permitas, Jesús mío, no lo permitas!!”[232]. La solicitud paternal de Dios que se abaja hasta el pobre y necesitado exige que en la ayuda al necesitado nadie “debe hacerse el grande”. Ayudar al necesitado a imitación del amor paternal de Dios exige “sufrir” con el otro y “cuidar” del hermano.

“Que ellas lleguen a amarte; pero a amarte fuertemente; a amarte como una hija a su padre, pero todavía más fuertemente; ¡ayúdalas! y ayúdalas Tú a ellas como a hijas y ellas a Ti como a Padre; ¡hazlo, Jesús!”[233]


[209] Pan 22, 3

[210] Pan 22, 1683

[211] Pan 22, 12

[212] Pan 22, 21

[213] Pan 22, 34-35

[214] Pan 22, 2

[215] Pan 22, 217

[216] Pan 22, 242

[217] Pan 22, 244

[218] Pan 22, 270

[219] Pan 22, 273

[220] Pan 22, 320

[221] Pan 22, 320-21

[222] Pan 22, 326

[223] Pan 22, 383

[224] Pan 22, 404

[225] Pan 22, 676-81

[226] Pan 22, 690

[227] Pan 22, 985

[228] Pan 22, 989

[229] Pan 22, 587

[230] Pan 22, 406

[231] Pan 22, 588

[232] Pan 22, 696

[233] Pan 22, 972