3. Todas las obras deben ser hechas por amor a él

La santificación y la unión con Dios exigen que toda acción sea hecha por sólo amor a Dios y en él. El buscarse de la forma que sea a sí mismos en la acción es soberbia que Dios no acepta ni bendice. “Tengo la preocupación y la pena de que la inauguración de la Casa de los Padres en España se reduzca a una grande humareda de soberbia que a Ti tantísimo te desagrada[331].

La Madre pide con fuerza que Dios le mire a los ojos y que le diga lo que le molesta, lo que le hiere o lo que le molesta, para cortarlo por lo sano. No quiero querer nada que a Ti no te agrade, no quiero querer nada que Tú no seas contento de ello y así te digo, - te lo he dicho ayer, te lo digo hoy - ¡Señor, ven Tú a mi corazón, mira en mis ojos y ve aquello que te molesta ... pues entonces, Jesús mío, si Tú ves algo que te hiere, que te molesta y te hace sufrir, ¡corta por lo sano, Jesús mío![332]

El hacer las cosas por amor de Dios y en unión con él no está reñido con la grandeza de las obras y con los deseos “grandes” de que sean esas obras las que más gloria reporten a Dios. Hay que saber conjugar la humildad, la espectacularidad de las obras, la acción del Actor principal y el amor de Dios para que todo redunde a gloria de Dios. Es aleccionador al máximo como la Madre sabe conjugar estas actitudes en sus diálogos con Dios. “Yo quiero solamente esto, Señor: que no existiese en el mundo un Santuario ni más bello, ni en el que más gracias se concedan que en el tuyo; que en las piscinas que más curaciones se verifiquen sean las tuyas, y que el corazón que más gloria te dé sea este. Pero debes hacerlo Tú, Señor, porque yo soy el asno de Balaam ... Cuando voy con los peregrinos, digo: "Señor, Tú lo sabes, yo soy el asno de Balaam, quiero hacer lo que Tú quieres"[333]. “Y si quieres que no exista en el mundo - y esta es también mi ambición - un Santuario más bello, ni de más gracias que el tuyo, hazlo, Señor, Tú lo tienes que hacer. Tú sabes que cada noche te digo: Aquí están todos, haz, Señor, aquello que debes hacer. Esto Señor, es asunto tuyo”[334]. “Solamente tengo una ambición y es, que no exista en el mundo entero un Santuario más grande ni más bello que el tuyo; ni donde más gracias se reciban[335].

No son las palabras las que manifiestan la grandeza de Dios. Es la luz que las obras emanan la que muestra la gloria de Dios. “Que se extiendan por todo el mundo y te den mucha gloria, pero no con futilidades o cosas mezquinas, sino que se extiendan irradiando tu luz[336]

Cuando se trabaja para Dios y con Dios es indispensable moverse en la humildad. Sin esta virtud Dios no puede trabajar con nosotros, ni estar con nosotros. ”Señor, ayuda a los hijos y que esto de ser hijos de una pobre religiosa, les mantenga siempre en humildad y así Tú podrás trabajar con ellos como Tú quieras y en lo que Tú quieras, pero siempre humildes, sumisos y siempre obedientes a tu Iglesia. ¡Hazlo, Jesús mío! y a mí dame la fuerza para sufrir todo aquello que Tú quieras, pero que no me atribuya nada porque nada soy, si algo he hecho ha sido estropear lo que Tú hacías, Señor[337]

Trabajar olvidando a Dios, la Madre nos dice que es “sufrimiento” para ella. “Tú no sufras; dame a mí lo que Tú creas, lo que Tú quieras, pero déjame sufrir. Dos cosas quiero: amar y sufrir, amar y sufrir, porque, ¿¡sabes cuánto se sufre cuando se está lejos de Ti?!”[338]

Hay que llegar a “dejar de no hacer nada” que no sea por amor a Dios. “Que no se penetren solamente de dolor por verte a Ti de esta manera, Jesús mío, sino del amor; y que por amor no dejen de hacer nada que no sea por Ti y para Ti, para que todo se arregle como Tú quieras, para que las almas vengan a Ti sin hacerte sufrir tanto[339].

¡Qué exagerados los deseos y sentimientos de la Madre! Pero son los sentimientos y acciones “exagerados” de Dios Padre, A. M.: quien quiera santificarse debe entrar en esa exageración del amor, de lo contrario se condena a la mediocridad sin fin. “Dejemos el mundo que va adelante... dejemos el mundo y caminemos Contigo, Jesús; estemos junto a Ti noche y día; también mientras estamos trabajando, que estemos junto a Ti; la noche y el día, todo; que vivamos para Ti y para darte gloria a Ti y a toda la Iglesia, ¡a toda! Que no tenga ninguna que andar apoyándose a ninguna cosa que no debe hacer, no Jesús, que no suceda[340].

Trabajar y sufrir al lado de Dios es “quitar los sufrimientos que tú tienes”. “Sin ti no hacer nada; ayúdame Tú siempre, Jesús, ayúdame y dame sufrimientos. Basta que vengan de Ti para que yo lo pueda hacer. Si te pudiera quitar todos los sufrimientos que Tú tienes! si yo pudiera, te los quitaría, que es mucho lo que has sufrido ya, ¡es muchísimo!”[341]


[331] Pan 22, 10

[332] Pan 22, 464

[333] Pan 22, 21

[334] Pan 22, 22

[335] Pan 22, 27

[336] Pan 22, 228

[337] Pan 22, 437-38

[338] Pan 22, 510

[339] Pan 22, 666

[340] Pan 22, 1007

[341] Pan 22, 1011