PERFIL DE MADRE ESPERANZA – 14 P. Domenico Cancian fam Algunas reflexiones sobre la personalidad de Madre Esperanza Edizioni Amore Misericordioso |
Estas reflexiones tienen como objeto dar a conocer a una persona tal y como era mientras vivía, conocida por muchos de nosostros, una persona qua ha sabido desarrollar plena y armónicamente tanto la dimensión humana como la dimensión religiosa: solemos llamarla, y con razón, "Nuestra Madre".
Tres aspectos quiero considerar al presentar la personalidad de la Madre.
I. La estructura de su personalidad
II. Las líneas esenciales de su personalidad carismática
III. Los símbolos de su experiencia humana y religiosa.
I. ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD DE MADRE SPERANZA
1. La riqueza humana y espiritual de la Madre
― Qué pensaba la Madre de sí misma? (la imagen de sí misma).
Por una parte se siente "muy inútil e incapaz de hacer nada bueno" (Hist. 2.1.28); se pregunta qué es lo que puede dar ella a los sacerdotes; confiesa su temor de estropearlo todo (Exh. 9.9.65), como la niña que en lugar de ayudar a su mamá, le molesta y le complica el trabajo (Ech. 15.10.65). Por otra parte está segura y es consciente de que el Señor quiere servirse de ella "para grandes cosas" (Exh. 6.8.65), que le habla ("el Señor me ha dicho) y que le ama mucho ("Hijas mías yo te amo tanto, tanto", Hist. 24.2.51).
Su convincción es la quien se considera "instrumento en las manos del Amore Misericordioso"; es la convincción del "siervo inútil".
El Señor, viendo que yo no tenía humildad cuando me quejaba con El de una coasa o de otra, me dijo: "Yo para las cosas grandes escojo siempre lo más inútil". Por eso no os tenéis que hacer ningún castillo en el aire... Os suplico que os convenzáis de que yo soy una pobre religiosa y que todo lo hace el Señor; y así vosotras tenéis que llevar al Señor a todos aquellos que llegan (Exh. 5.11.1965: es una de las últimas "exhortaciones" a las hijas).
Las imágenes que se forma la Madre de sí misma a lo largo de su vida son:
"escoba" (Exh. 15.10.65, "Madre se imagine que no es una persona, sino una escoba").
"asno de Balán, (Hist. 15.5.49, "Yo siempre me sirvo de las cosas más inútil")
"portera del Señor" (Exh. 3.30.59), le presenta las necesidades de los hombres.
"flauta" que suena para atraer al "puesto de reclamo" (rócolo) del Amor Misericordioso (Exh. 2.2.65).
"paño de lágrimas" (Perf. N. 85, p. 97).
Ella se considera, sobre todo, como "mensajera del Amor Misericordioso" (Hist. 5.11.27).
El convincimiento de ser un instrumento en las manos del Señor le permite:
No sentirse más de lo que es (no existe ni protagonismo, ni fanatismo), ni sentirse menos de lo que es ("estoy en sus manos para grandes cosas"), ir en seguida a lo fundamental (lo que Dios quiere), emplear cierto humorismo al hablar de sí (cf. por ejemplo, Hist. 1.3.1952), ser transparente: la alabanza es para la Bondad del Señor. (su magnificat, "Señor, me veo como aquellas mujeres que tienen un hijo, que es hijo de nadie... No, Madre Esperanza no ha hecho nada, todo lo hace el Señor!" (Exh. 25.11.1965).
― Sus cualidades y tendencias.
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En el fondo de su riqueza humana y espiritual hay un gran deseo, que es el que hace que esté siempre dispuesta a todo: la aspiración a la santidad. Esta constituye la constante y apasionada búsqueda de toda su vida, la que empuja todas sus energías y su fantasía. A esta causa quiere dedicar todos sus talentos. Para ella, la santidad consiste esencialmente en hacer la voluntad del Señor, darle gusto siempre y en todo, buscarle a El sólo y su gloria" ("quiero que El y sólo El sea el móvil de mis afectos, de mi vida; quiero que El sea para mí todo y todas mis cosas", Hist. 7.4.1952).Es el motivo que aparece como una obsesión durante toda su vida, un motivo que aumenta a medida que pasan los años. Lo encontramos cuando hace la primera comunión, cuando deja a su familia a los 21 años para ir a "hacerse santa, grande santa, como Teresa la grande" (Exh. 15.10.65), cuando pide repetidamente oraciones en sus cartas con este fin, cuando recomienda a los suyos que sean santos. Este es el hilo conductor de su vida. "Me he impuesto la obligación de aspirar a una mayor perfección, para poder El pedirme lo que tanto desea; para llegar a esto debo emplear todos los medios; y el primero debe ser animarme a hacer por El grandes cosas, cueste lo que me costare" (Hist. 5.1.28). "La religiosa fervorosa pone todo su deseo en lograr ser perfecta... nada la detendrá... Desea su perfección como el avaro codicia el oro, como desea la honra el suberbio" (Perf. n. 85, p. 97).
Pero ella sabe unir a estos grandes deseos un extraordinario realismo que tiene en cuenta las limitaciones, la fragilidad y, por consiguiente, la necesidad de la ascesis, comenzando por las cosas pequeñas: ella sabe volar, pero sabe también, al mismo tiempo, estar con los pies en el suelo. Precisamente la sintonía de estas dos líneas constituye el equilibrio personal. Por eso en su Testamento ella puede recomendar con la misma fuerza las virtudes teologales y las virtudes cardinales (humanas), "virtudes que representan la Pasión y la muerte de nuestro divino Maestro"; recomienda la humildad, tener cuidado con los juicios temerarios, no ambicionar cargos, no discutir etc. "No olvidemos lo importante que no es suscitar en nosotros vivos deseos de adelantar siempre en la perfección y lo necesario que nos es no apocar los deseos de purificarnos...
Desear con verdadero entusiasmo la perfección, es tender a ella y esto es ya un comienzo de realización... No olvidemos que desear la perfección y dejar para otro día el poner por obra el deseo y querer santificarse en las ocasiones de mayor importancia, sin cuidarse de las que nos parecen ser de poca o ninguna, son dos ilusiones desatrosas.
Seamos siempre fieles en las cosas pequeñas, persuadidos de que la fidelidad en lo poco, es prenda de la fidelidad en lo mucho.
Aspirar a un alto grado de santidad y no cuidarnos de poner los medios que a ella nos conducen, es un fuerte error" (Bal. Pp. 203-207).
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Voluntad firme de realizar cosas grandes y hermosas, volutad decidida para acometer obras que tengan sentido, procurando llevar a cabo con todas sus fuerzas, incluso aquellas cosas de cuya magnitud y desproporción de medios era consciente, con tal de que lo quiera el Señor. Es la tendencia al "éxito y al suceso" a triunfar en la vida.Ella concentró todas sus energías en este único objetivo: cumplir la voluntad del Señor a toda costa, arriesgando audazmente.
La razón de tal audacia se fundaba en
1°) la certeza de que aquellas cosas las quería el Señor y no de las inventaba ella, movida por su ambición;
2°) la disponibilidad, por su parte, a canalizar en este sentido todas sus fuerzas, con inteligencia y amor, comenzando por las pequeñas cosas, por la ascesis personal (por ejemplo sobre su propia voluntad), por prever y respetar la gradualidad de un crecimiento a largo plazo.
Uno de sus slogan, además de "todo por amor", era el de "hacer la voluntad de Dios, cueste lo que costare" (cf. Hist. mayo 1929; 24.2.51 donde se puede percibir un verdadero esquema de "anunciación"; Hist. 14-30 mayo hasta el 16 sept. 49). "Pedid al Señor que no se canse jamás de tirar de esta pobre vieje y que se valga de ella para hacer aquella labor que El quiera desarrollar; que yo esté siempre dispuesta y no le diga jamás no".
Ahora les cuesta a las piernas moverse, también a la cabeza... voy como un borracho. ¿habéis visto un borracho que va haciendo eses de acá para allá? lo mismo voy yo. Pero que cogida de la mano del Señor y ayudada de mis hijos e hijas, yo pueda darle al Señor todo lo que me pida para su gloria" (Exh. 18.12.60). Aquí existe una confiaza absoluta en Dios, confianza en sus hijos e hijas, fuerza de ánimo y humorismo.
Otros textos especialmente significativos: Circ. 103, p. 210; Circ. 37, p. 74; Costumbres de los HAM p. 15 s.
Esta tendencia al suceso multiplicaba sis fuerzas, como si cada días éstas aumentases y ella se sintiera capaz de realizar cosas más grandes cada vez, de superar obstáculos mayores, de hacer frente a sufrimientos más fuertes. Se piense, por ejemplo, en su capacidad de trabajo, en su resistencia física, reduciendo al mínimo el sueno y la comida. Un trabajo que ella misma organizaba (laboratorios, construcciones, comedores, colegios, servicios de toda clase) y que hacía personalmente (cocina, conferencias, escritos formativos, atención a las personas, tejido de cordones).
M. María Esperanza Pérez del Molino, describe de esta manera la jornada-tipo de la Madre en el 45 en Roma. "la Madre está enferma, pero se levanta, lo más tarde, a las seis. En seguida de Misa entra en la cocina hasta las dos y media o las tres que come; a las cuatro ya está cocinando otra vez para la cena. Al mediodía da de comer a una y, a veces, a dos colonias de niños que han llegado hasta mil y a todos los pobres que lo desean que han llegado hasta ochocientos y, además, a cerca de cien obreros que vienen también a cenar" (Carta a M. Ascensión, 24.10.45).
Escribe la Señorita Pilar: "Parece la sierva de todos: trabaja en el huerto, en la cocina, lava los platos y la ropa".
Este deseo de triunfar en las cosas grandes se observa también cuando se refiere al futuro, como resulta de sus predicciones acerca Collevalenza, sobre la expansión de la Familia del Amor Misericordioso en el mundo entero (cf. Perf. n. 53, p. 62).
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Otra tendencia paralela a la anterior es el valor, la capacidad de reacción, a la magnanimidad, enfrentándose valientemente a las dificultades: frustaciones, difamaciones, "persecuciones".No rehuye estas situaciones con el fin de prevenirse contra el insuceso, el dolor, la novedad, la incomodidad: ni recurre a la falsa prudencia que aconsejaría no exponerse ni arriesgar demasiado.
Esto no quiere que no haya llorado (llora durante los años el no sentir ya a Jesús; llora durante un mes un gesto de soberbia), que no hay experimentado el miedo y que no se haya lamentado alguna vez con el Señor (cf. Hist. 24.2.51)
Semejante reacción se observa al enfrentarse a toda clase de dificultades; fundación de las dos Congregaciones; oposiciones y contrariedades (don Doroteo, Santo Oficio); la pobreza, las privaciones y las calamidades de la guerra; los comedores para los pobres; la gradiosidad de las construcciones en Via Casilina y en Collevalenza; la disponibilidad para recibir diariamente a los peregrinos; los cuantiosos padecimientos físicos como el participar de la Pasión del Señor.
Con su forma positiva de reaccionar consigue transformar tales situaciones en momentos de gracia: por ejemplo, el Santo Oficio, por ella considerado como el momento más difícil, se convierte en el momento en que experimenta las mayores gracias de parte del Señor, cf. también Hist. 10.8.49.
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Orden entendido como el poder disponer de un marco preciso de referencia a la hora de actuar, colocando así cada cosa en su sitio.Destaca la precedencia dada a Dios en la oración y en la comunión constate con El, incluso en medio de las numerosas ocupaciones; viene después el trabajo, siempre bien hecho, tanto en calidad como en cantidad (por ejemplo, cuando dice que en la cocina se ha de preparar todo como si se tuviera que servir la comida a nuestro Señor; lo mismo cuando organiza los laboratorios). En las construcciones se guía siempre por criterios modernos y funcionales, pero permaneciendo fiel a la pobreza; se sirve de personas competetes y dotadas de buen gusto artístico; en todo quiere dar siempre a Dios el máximun posible, a los pobres lo mejor y lo restante para sí y para los suyos. Sabe atender a las parsonas de acuerdo con sus necesidades.
Exige que se ponga el máximo esmero en hacer la limpieza y en recibir a la gente.
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Libertad interior y exterior, autonomía. Es libre e independente de los condicionamientos internos y externos. Progresivamente, y realizando un trabajo no indiferente sobre sí misma, se independiza de los juicios y opiniones ajenas. Se recuerde cómo reaccionaba antes las críticas de que era objeto cuando construía los edifiocs de Collevalenza: "¡Gasta tanto dinero en costruir un enorme santuario en un pueblo tan pequeño! ¿De dónde saca todo ese dinero? Si es santa de verdad ¿por qué no se lo da todo a los pobres? ¡Está matando a las hermanas con tanto trabajo!". Ella seguía adelante con gran serenidad haciendo lo que el Señor le había encargado que hiciera.Una libertad, que había adquirido, venciendo valientemente el temor al deshonor, al desprecio, al fracaso, a la soledad. Y esto lo ha aprendido aceptando pacientemente humillaciones, críticas y sufrimientos, cf. Perf. n. 55, p. 65 s.
De ahí que insistiera a menudo, siempre con una finalidad educativa, en no depender del "qué dirán" de la gente.
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Conocimiento, inteligencia. "Enemiga de habladurías inútiles" (Hist. 29.10.44), mujer "de caracter" (Exh. 12.8.64), segura a la hora de tomar las decisiones correspondientes (Hist. 10.6.36), está dotada de una inteligencia intuitiva (capta con una visión profunda y de forma inmediata lo esencial) y operativa/práctica (procura realizar en seguida lo que ha intuído). Sus conocimientos no se deben tanto a los libros cuanto a su experiencia creativa y original, incluso en el estilo, que no es ni refinado ni sistemático, pero sí rico en imágines, cargado de sentimientos entrañables y de orientaciones valiosísimas para la vida religiosa.Mujer abierta a la realidad, siempre dispuesta a captar e interpretar los signos y las situaciones, no duda en afrontar cualquier clase de argumentos. Sus ojos luminosos y vivarachos son la expresión de su penetrante inteligencia, de su persona sencilla como la paloma y astuta como la serpiente (cf. Mt. 10, 16).
"Madre Esperanza es muy discreta, incluso cuando tiene que decir cosas que encierran cierta crudeza" (carta a P. Maroto del 7.4.30 B301 264).
"No me gustan los juegos a dos cartas y no puedo tolerar las personas que quieren contentar a todos" (Hist. 7.5.41).
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Amistad: La Madre establecía unas relaciones auténticas, personales, significativa; era capaz de estimar a los demás; ante las desilusiones e infidelidades ella supo permanecier fiel.Esto se vé de manera especial con la Señorita Pilar, aquel ángel custodio a quien confiaba sus secretos y de quien recibía ayuda, apoyo, comprensión. Una amistad desinteresada, incluso cuando se encontraba en un aprieto económico y sabía que la "amiga" habría disfrutado ofreciéndole su dinero. Una amistad que no va nunca contra la voluntad del Señor. "No, hija, no, yo pediré que se cumpla la voluntad de Jesús, como El la quiera y del modo que a El más le agrade, por mucho que a nosotras nos duela" (Hist. 6 agost. 44). Una amistad que demuestra el gran afecto que siente la Madre: «A las dos menos diez esta hija expiró, mirándome fija y sonriéndome; me dejó para siempre sola, con un fuerte dolor» (29 agost. 1944). Il 10 Sep. del mismo año «el Señor me pide que aleje de mí la tristeza y la pena que habían invadido mi corazón con la muerte de la Señorita Pilar, una pena que paralizaba mis energías»
Precisamente en medio de este dolor el Señor concede a la Madre un nuevo momento de gracia (los comedores para los pobres en Roma).
Tale amistad la Madre la vive, llegando a tener detalles muy personales con sus hijos e hijas y con las personas con quienes trata. Los detalles: palabras o gestos apropiados a cada situación, las atenciones maternas referentes tanto a la vida de cuerpo como del espíritu, son incalculables; cada uno de nosotros conserva grabado indeblemente el recuerdo de tales episodios llenos de ternura.
Todo esto indica una enorme capacidad de intuición afectiva y de exquisita disponibilidad.
Es también una prueba de amistad el hecho de comunicar a los hijos e a las hijas sus secretos, sus deseos y sus proyectos, el haber solicitado y obtenido una generosa colaboración.
La ayuda a los demás. Es de todos conocida su sensibilidad toda clase de necesidades y su puntual intervención. Atendía a niños pobres y necesitados de educación, a peregrinos afligidos, a gente sin vivienda y desprovista de todo, a personas que se encontraban en dificultad y en pecado, a enfermos, a personas desesperadas... Afrontaba todo género de dificultades y se acercaba a toda clase de personas con corazón materno y magnánimo.
Capacidad organizativa y de dirección como se observa tanto en su función de M. Fundadora como de General, capacitada para dar una formación sólida y original, sobre todo, mediante el testimonio de su vida. Ella dirigía personalmente las construcciones y las obras, dando los oportunos consejos (escuelas, comedores, laboratorios). Iluminaba y dirigía a cuantas personas venían en busca de consejo.
Es la Madre "con pantalones" la mujer-líder que arrastra, de carácter, que hace cambiar al arquitecto los planos, la que no acepta que M. Pilar Antín se haga llamar "cofundadora" porque no es verdad (His. 20.4.40), la que escribe al Obispo cuanto sigue "Postrada a los pies de V. E. suplico no permita que se cambie ni una sola letra de mis amadas Constituciones" (Hist. 23.7.42) y advierte a sus hijos que Dios se encargará de hacer justicia a quien se atreva a modificarlas" (cf. Testamento). Es la Madre que escribe la bendición y la maledición en un famoso Jueves Santo.
* Humorismo genuino, con frases llenas de gracia y que ayudaban a desdramatizar las situaciones. Recordaremos las recreaciones, las fiestas, las excursiones, la Navidad con los cantos que ella misma entonaba, los platos servidos por ella con un esmero especial, los caramelos; su interés por la naturaleza, por la paz en las familias (cf. su saludo habitual: "salud y paz"), el no tomarse demasiado en serio a sí misma (sabe reirse de sí, de su manera de ser). Ciertamente no ha sido una persona que cansase o aburriese. No hay que olvidar los días de vacaciones pasados con los familiares y queridos por ella misma y la atención a los problemas de todos los hijos e hijas.
= Todas estas cualidades y estos valores se van descubriendo más y más cada vez; así pues, se dividen (discernimiento) en "fuerzas buenas" que hay que desarrollar al máximo y en "fuerzas contrarias" (ella las llama "mi naturaleza rebelde") que procura controlar más y mejor cada vez. Cuanto más avanza en este trabajo consigo misma, tanto más aumenta el convencimiento de que con la gracia del Señor puede conseguirlo todo.
"Yo, con tu gracia, lo puedo hacer todo" (cf. la frase de Pablo "Lo puedo todo en Aquel que me conforta") cf. texto de la Hist. 10 sept. 44.
De esta manera se fortalece la seguridad, la verdadera estima de sí, gracias a un desarrollo armónico y unitario de las diferentes fuerzas, puestas al servicio de la voluntad del Señor, una santidad auténtica y en consecuencia, una gran eficacia apostólica (basta una palabra suya para mover un corazón endurecido, porque detrás de aquella palabra sencilla se esconde todo su Dios y toda su Persona).
Por una parte aprende a no retroceder nunca ante las peticiones del Señor cada día más exigente, porque comprende que, de este modo, se crece en el amor; por otra, no se considera protagonista, antes al contrario, se mueve con una desenvoltura desconcertante en los momentos decisivos (por eso le gusta que sus hijos experimenten una gran alegría llamándose "Esclavas del Amor Misericordioso"). En una palabra, está dispuesta, sin necesidad de tantas complicaciones, a echar mano de todos sus talentos, para hacer lo que Dios quiera. Y El la humilla y la ensalza, le pide antes, para después darle todavía más, la hace sufrir para amarla más intensamente y para darle mayor capacidad de amar, haciéndola cada vez más "Madre". Y ella paga contenta el precio de ese crecimiento, del crecimiento de su capacidad de amar, dejando a un lado el cansancio, el desaliento, las quejas y las posibles rebeliones.
2. Los ideales que la Madre se ha propuesto
La rica humanidad de la Madre se vé interpelada por la pedagogía del Amor Misericordioso que la educa poco a poco con la dulzura de su Presencia y con la exigencia de una colaboración más completa cada vez. Sus obetivos y sus ideales podemos resumirlos en la expresión, muy suya, "el buen Jesús", que se convierte en el Objeto de su pensamiento, de su deseo y de su actividad.
La presencia bondadosa de Jesús ejerce sobre su persona una fascinación más fuerte cada vez, una atracción creciente que pone en movimiento toda su psique.
Este "Objeto" aparece claramente desde su primera comunión y poco a poco va adquieriendo mayor consistencia (cf. Costumbres, pp. 14 s; Const. HAM pp. 61 s, art. 53 y 54; Const. EAM art. 50 y 51).
La Persona de Jesús es objeto de atención de su mente, de su corazón y de su voluntad: se deja invadir totalmente. En la expresión "el buen Jesús", el adjetivo "buen" indica que Jesús es el Bien, su Bien ("el Bien de mi vida"). Otras veces le llama "Padre hermoso", o exclama "¡qué majo es Jesús!" (Hist. 6.12.39) y se pregunta: ¿quién puede resistir a su amor? (Hist. 25.11.41). En todo caso se trata de un Jesús vivo, con quien se entretiene durante horas en "oración afectiva", aquel a quien frecuentemente ella contempla con sus propios ojos. Esta persona que se le manifiesta, se convierte en su pasión; el objetivo de su vida no será otro que el de seguirle, sufrir por El y con El , amarle con toda su alma. Porque El ama "locamente, pierde la cabeza" por sus hijos, como si El solo no puediera ser feliz.
Esta Presencia viva arroja una gran luz sobre los fines últimos, absolutos: su Gloria, su Voluntad, El mismo. Constituye el mejor punto de referencia: si El lo quiere, no existen dificultades, ni objecciones, ni siquiera en la fundación de los Hijos del Amor Misericordioso, ni en la construcción de Collevalenza. Un "Criterio" que tiene siempre presente y que le permite actuar por Amor a El ("Todo por Amor"), con energía y rectitud.
Este fin último (Hacer la voluntad del Señor en comunión con "el buen Jesús") refuerza los valores evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, que son vividos con radicalidad, como medios para "amar más con los hechos que con las palabras", porque Jesús ha amado así. Cualquier otra virtud, cualquier surgencia evangélica es vivida como signo y prueba de amor verdadero, de seguimiento auténtico de Jesús. Por ejemplo, los pobres son amados apasionadamente, precisamente porque ama apasionadamente a Jesús, que está también en ellos. Y cuando Jesús le pide que realice las obras de Collevalenza, no tiene dificultad en dejar Roma donde había puesto en marcha una perfecta organización, así como tampoco había tenido dificultad varios años antes dejar España donde había abierto y puesto decenas de casas.
Esta presencia viva se convierte en el principio de discernimiento de sus juicios sobre lo que es buen y lo que no es bueno (bien aparente o mal); un juicio abierto, comprensivo y benévolo, pero al mismo tiempo decidido y exigente. Un juicio sobre sí misma, sobre sus propios pensamientos-afectos-acciones. Al confrontarse con El, con su Amor, todo aparece en su dimensión auténtica, en su sentido verdadero: se va haciendo más profundo el conocimiento de sí. Por ejemplo, sus confesiones y sus exámenes de conciencia, la oración y la meditación se transforman en momentos de una sincera auterevisión ante la "mirada amorosa/cariñosa del buen Jesús (Hist. 24.2.51).
De este modo, reuniendo varias expresiones entresacadas de sus escritos, sobre todo de su "Diario", se puede obtener este tipo de confesión de la Madre: "Te pido perdón, Jesús mío, porque he perdido el tiempo en pensamientos que no eran los tuyos, no te he amado con todo el corazón, te he buscado poco, me he santificado poco, he tratado mal a las hijas, me he dejado arrastrar por mis temores, por mi orgullo, por el desaliento, por la superficialidad y no te he dado en seguida lo que me has pedido... perdóname, Jesús mío, una vez más, castígame y no permitas que yo vuelva a pensar en mí, sino en darte gloria" (cf. La Madre Claretiana, p. 28).
"El me ha perdonado y, con voz de Padre y mirada cariñosa, me dijo: «Hija mía, Yo no cuento, olvido y perdono y te amo tanto, tanto»" (Hist. 24.2.51).
¿Exageraciones piadosa? Quizás sea más exacto admitir que son superficiales nuestras confesiones, incluso sin aquel dolor (contricción) que proviene del hecho de darse cuenta de haber ofendido al Amado. Es aquí donde la Madre aprende a recibir el perdón, donde experimenta la misericordia; aquí aprende a perdonar como El. A la luz de este Amor, vé con mayor claridad, cada vez, todo cuanto en ella conduce al Bien para potenciarlo y cuanto aleja de El para evitarlo (cf. toda la atención prestada a la modificación del carácter, a la mortificación, a la penitencia y al silencio: Costumbres, pp. 26 ss). La contenplación del Cristo Crucificado y de la Eucaristía lleva a una comprensión más objetiva del Evangelio de Jesús, conformando a El la propia vida = amar con los hechos, como El. Significa, por consiguiente, acercarse a los demás con una comprensión más benévola cada vez, que sirve de ayuda para un mayor acrecimiento, dando los consejos que más convienen a aquella persona en concreto, superando tanto el maternalismo como la dureza de corazón
Nace así su obra educativa y formativa como algo original.
De hecho ella se manifiesta siempre abierta y materna, delicada y atenta, pero al mismo tiempo, dispuesta a intervenir enérgicamente y a corregir, cuando es necesario, despertando fuertes inquietudes.
Tiene expresiones de gran apertura materna: una vida religiosa basada en una relación confidencial con Jesús, que habita en nuestro corazón tanto cuanto nosotros queremos: en un clima de familia (viven juntos hermanos y hermanas, se comparte, se trabaja y se hace fiesta juntamente); en la atención a los pobres, a los familiares; una concepción moral que no mira tanto a medir la gravedad externa del hecho, cuanto al corazón, a la voluntad y al esfuerzo (cf. su indicaciones sobre la manera de valorar las pasiones en el Balance; p. 169 – o las faltas de tipo sexual o determinados momentos de rabia).
Expresiones de sus fuertes exigencias: el trabajo, la vigilancia sobre sí mismo, sobre el propio carácter, sobre el modo de hablar, sobre el uso correcto de los medios de comunicación, sobre el hábito religioso, sobre el modo de estar sentados... (cf. Costumbres pp. 26 ss. 34; Balance pp. 158. 188 s; " al diablo le basta muy poco al principio"). Ella tan abierta, hablaba con cierta energía de la importancia de estas cosas pequeñas: esta seguridad procedía de su experiencia humana y cristiana; ella, ciertamente, no era una ingenua.
Concluyendo
En la personalidad de la Madre encontramos una síntesis armónica entre su riqueza humana (tendencias naturales y talentos) y los valores evangélicos inspirado en el Amor Misericordioso del buen Jesús. Lo humano se abre a lo divino apasionadamente y el Amor Misericordioso desarrolla prodogiosamente lo humano, cuyo resultado es "una mujer completa", que ha alcanzado su realización plena. El Amor Misericordioso la caracteriza y distingue, se convierte en el punto fundamental de su confianza en los demás y en sí misma: su nombre, de hecho, es ESPERANZA.
Es una nueva experiencia de Dios en una criatura que se le ha entregado por entero y la experiencia que una mujer ha hecho de Dios. Por una parte tenemos la santidad cristiana, por otra la exaltación de una personalidad compacta, armónica y madura.
Superando progresivamente sus miedos, sus debilidades, sus dificultades, "ha aprendido a amar" de una manera cada vez más auténtica, ha conseguido, de hecho, su conversión al Amor Misericordioso, viviendo "todo por amor".
Algunos ejemplos de esta integración: Cir. 22, feb. 48; carta a una hija 25.3.47).
Ella vive esta maravillosa armonía amando al buen Jesús con la misma pasión en la Iglesia que en la cocina (éxtasis en la cocina; la multiplicación de los alimentos); vive el más alto grado de unión mística, al mismo tiempo que la ocupación humana más material; vive la confianza en Dios empleando inteligentemente todas sus fuerzas, lo arrisga todo (salud, posible fracaso, ser incomprendida y despreciada, quedarse sola), sin desanimarse, sin caer en el pesimismo, pero sin exaltarse cuando las cosas van bien. Al contrario, cuanto más adelanta, más atenta se vuelve, disponible, sencilla, agradecida, mortificada... una persona que rejuvenece cada vez más y que es consciente de tener que morir para dar fruto.
El último test, el que no puede engañar sobre la autenticidad de su vida: la forma como ha vivido su vejez. Sin sombra de amargura, de tristeza, de hastío y sin las rarezas propias de la edad.
Un testimonio realmente transparente, tratándose, además de una persona tan activa como ella.
Con la serenidad de "una reina" muere en su lecho, con la mirada de un amor intenso puesta en sus hijos. Volaba a los brazos del buen Jesús, el Amor Misericordioso, por fin totalmente suyo para siempre.
II. LOS PUNTOS ESENCIALES DE REFERENCIA DE LA PERSONALIDAD CARISMATICA
En la personalidad carismática en general, se distinguen cuatro aspectos, que encontramos también en la Madre de una manera propia suya.
1. La línea MÍSTICA. Ella mantiene y desarrolla un trato de intimidad con Jesús visto como Amor Misericordioso. Más aún, hay que decir que es el Amor Misericordioso quien la escoge y la guía continuamente a lo largo de su vida. El se revela y se entrega cada vez más a ella, a su vez, se vuelve más disponible y se siente más atraída hacia El, por su Amor.
El "la forja", valga la expresión , momento tras momento (cf. Ger. 18). Su diario, de hecho, nos presenta los éxtasis como el desarrollo progresivo de su camino. "Me ha dicho que debo prepararme a... me ha dicho que ahora ha llegado el momento..." y ella hace lo que se le dice.
Esta relación con el buen Jesús se caracteriza porque cada vez es más consciente de que El es verdaderamente Amor Misericordioso y, por consiguiente, esta comunión con El es principalmente a nivel afectivo y operativo (a la expresión "El me ha dicho" le sigue el "Ecce ancilla Domini").
2. La línea ASCETICA. Abarca el esfuerzo a veces estraordinariamente arduo (cf. las penitencias) con el fin de que su humanidad se vuelva más dócil y transparente a la gracia; el esfuerzo por liberar sus energías de las ataduras del miedo, de las consecuencias de las debilidades, de las limitaciones, de sus gustos, de aquello que en su carácter no corresponde del todo a lo que el Señor le pide, aceptanado las pruebas y superádolas. Este trabajo largo y paciente le permite una profundización y una expansión de sus posibilidades.
Ejemplos: ¿cómo hubiera sido posible vivir aquel perdón tan heróico sin un control atento de sus impulsos?
¿Cómo hubiera sido posible construir las piscinas tan criticadas, si se hubiese preocupado, aunque sólo hubiera sido mínimamente, de su imagen?
¿Qué sentido habría tenido sufrir la Pasión del Señor sin aceptar con amor los sacrificios como una hermana cualquiera, comenzando por el trabajo en la cocina, en la huerta, en el lavadero? De aquí procede su insistencia sobre la importancia de la ascesis como fundamento auténtico y sólido de la capacidad de amar. La capacidad de amar es fruto, ciertamente, de la gracia y del desarrollo de las buenas inclinaciones, pero, al mismo tiempo, es fruto también de saber decir no a las inclinaciones egocéntricas, lo que, sin duda, constituye un sufrimiento real; ¡es el misterio pascual vivido con realismo día a día por el cristiano!
Una ascesis motivada por el Amor, acepatada con gozo, que cuenta con momentos de recreaciones alegres, de distensión y de sano humor.
3. El carisma de FUNDACIÓN. El Señor le pide que funde la Familia del Amor Misericordioso articulada"en varias ramas" como un árbol que se extiende en varias direcciones. Es el momento de la procreación en el dolor y en el amor, como María; es el momento de dar a luz. Todo proceso consta de: acoger la semilla de la Palabra (esta Palabra), llevarla en el propio seno durante varios años, alumbrarla, educar pacientemente, decir adiós (proceso que ella llama "elaboración" cf. Hist 14.5.49, citada en la semblanza n. 12, p. 7). Con la Familia del Amor Misericordioso ha tenido "entrañas maternas" (rahamin) y nosotros, de hecho, hemos comprendido el Amor Misericordioso, a través de la mediación de su maternidad.
4. La MISIÓN APOSTÓLICA. Esta se encuentra en su ser madre de todos: sacerdotes, pobres, peregrinos, necesitados de toda clase. Ella se ha ofrecido víctima por los sacerdotes, por los cuales está dispuesta a padecer un purgatorio indefinidamente; de algunos (cf. don Doroteo) recibe con un amor paciente sufrimientos indecibles. Y, además, madre de todos: niños, ancianos, jóvenes, familias... como está escrito en el famoso Prólogo de las Constituciones dictadas por el buen Jesús. Ella está allí para dispensar una acogida materna, dispuesta a hacerse cargo de sus sufrimientos, repartiendo oportunamente pan, afecto, una palabra de esperanza, su poderosa oración. Como una Madre Buena, a quien ha hecho así el buen Jesús. Y todo esto para decir al mundo entero "más con los hechos que con las palabras", más con el corazón que con los labios, que El es bueno, que su bondad desborda toda imaginación y que nos está esperando, no para castigarnos, sino para ofrecernos las ternuras de su Amor y de su Misericordia. El Santuario será el lugar por excelencia para este anuncio que, en numerosas ocasiones, irá acompañando de signos extraordinarios.
III. LOS SÍMBOLOS EXISTENCIALES DE SU EXPERIENCIA HUMANA Y RELIGIOSA
Nos fijamos en aquellos símbolos que nos transmiten su experiencia.
El símbolo es una realidad, perceptible por todos, que manifiesta una realidad espiritual experimentada sólamente por el sujeto en un determinado modo y que, por consiguiente, no puede expresarse con palabras ni conceptos. De hecho: ¿cómo puede el hombre hablar del Dios invisible, si nadie puede ver a Dios? Jesús viviendo durante 30 años como carpintero, predicando después el Reino de Dios, haciendo el bien a todos, muriendo en la cruz y resucitando, es la plena revelación del Padre. Y El nos ha hablado del Padre con su vida y a través de parábolas. Dios se acerca a nosotros a través de signos y nosotros nos acercamos a El mediante el sacramento que es la Iglesia y mediante los sacramentos de la Iglesia.
Uno de estos signos que nos ponen en relación con Dios, es el símbolo. Tiene la ventaja de reunir, al mismo tiempo, la experiencia humana y la experiencia cristiana, como cuando Jesús utilizaba a menudo imágenes sencillas: pastor-ovejas; vid-sarmientos; sembrador-semilla-tierra; pan y vin para la Eucaristía...
El símbolo estimula no sólo el pensamiento, sino también el sentimiento, el afecto, el recuerdo, la fantasía, llega de alguna manera a toda la persona.
Nos preguntamos: ¿cuáles son los símbolos que nos trasmiten la experiencia de la Madre, su persona, su relación con Dios y con los demás?
Es evidente que estos símbolos corresponden también a las características femeninas. El hecho de que la Madre sea mujer, no es algo secundario: la gracia en este caso tampoco suprime a la naturaleza, sino que la ayuda a desarrollarse en el mejor sentido.
Hora bien, las principales caracteristicas femeninas desde el punto de vista psicológico, son las siguientes, según lo entendidos:
― Mayor capacidad de sufrimientos (respecto al hombre), que va unida a la maternidad (el ciclo menstrual, los dolores del parto). Esta tendencia puede degenerar en formas de victimismo y pasividad
― Inteligencia intutiva y práctica: capacidad para intuir las necesidades del otro ("no tienen vino" observa María en Caná) y para dar unas respuestas concretas, inmediatas y oportunas (María acude a casa de su prima inmediatamente después de la anunciación). La realidad es interpretada en términos esenciales y existenciales (cf. "la casa").
― Capacidad de comprensión, de relación afectuosa y delicada, de comunión, como aceptación del don y capacidad de abandono, de hacer fructificar el don (capacidad de engendrar). Todo esto puede conducir, entendido negativamente, el exhibicionismo, a la seducción: atraer la atención sobre sí, valiéndose precisamente de estas preciadas cualidades afectivas; una riqueza afectiva que se puede utilizar con "sadismo": atrae al otro y después le "deja plantado", le abandona, le hace sentirse solo e indigente = instrumentalización del otro, de sus sentimientos.
El hecho de que la Madre, una mujer, haya sido escogida para propagar el mensaje del Amor Misericordioso, no debe infravalorarse, especialmente en este siglo en el que, con razon se ha tomado conciencia de la dignidad de la mujer, no respetada debidamente en los siglos precedentes. Hay que reconocer la aportación fundamental de la mujer a la vida del mundo y de la Iglesia. En nuestro caso, el Señor, a pesar de la insistencia de la Madre, no ha escogido a un hombre: un monseñor o un obispo.
Sin duda, Madre Esperanza, junto con las santas mujeres de todos los tiempos, representa una de las respuestas al problema del lugar que la mujer ha de ocupar en la Iglesia y en el Mundo.
Algún teólogo, por ejemplo Evdokimov, en compañía de algunos Padres, afirma que "el principio religioso, en lo humano, se manifiesta a traves de la mujer", en el sentido de que la fe conlleva esencialmente la acogida de la semilla de la palabra, la capacidad de conservarla/guardarla "celosamente" (como en un seno materno), hacerla propia y hacerla fructificar.
Este es precisamente el proceso procreativo, mediante el cual una mujer se convierte en esposa y madre. Por lo demás, el ideal mayor de la Iglesia, su figura, es MARÍA. El Amor Misericordioso del Señor que es Padre (y Madre) encuentra una respuesta humana que tiene "entrañas maternas" (rahamin).
Intetaremos reseñar ahora los principales símbolos que resumen toda la experiencia de la Madre, teniendo en cuenta también su condición de mujer.
1. Esclava e hija del Amor Misericordioso
Son dos dmensiones que se atraen y completan: ella es el ejemplar de las Esclavas y de los Hijos.
"Esclava" significa fundamentalmente la total disponibilidad expresada en el Ecce Ancilla Domini (explicará ella: Esclava no de los demás ni de sí mismos, sino libre, para estar a total disposición del Amor Misericordioso).
- "Hija" indica la libertad verdadera y la confianza en el Padre que busca siempre el mayor bien de sus hijos = confianza filial.
Por consiguiente, su obediencia y su oración tienen estas dos connotaciones: "He aquí tu esclava, siempre dispuesta, con la confianza de una hija que se pone en tus manos". Su trabajo será después la expresión de una gran capacidad de servicio y de decisión, como de quien tiene total confianza y seguridad en el señor. Las caracteristicas de ese servicio confiado y decidido alcanzan su plenitud en el ofrecimiento de víctima: «¡Señor, haz de mí lo que tú quieras!".
2. Amiga y Esposa de Jesús
Es la realización afectiva expresada por el "Jesús mío" por la intimidad propia de una relación amistosa, mejor dicho, esponsal: la alianza en el Amor y en la fidelidad (cf. Os. 2). Baste recordar la fórmula autógrafa escrita con ocasión de sus votos perpetuos (Roma 12.6.42), o sus éxtasis.
Este símbolo esponsal representa la donación de sí, de una manera total; alguien lo ha llamado "el amor loco" que posee las características de la exclusividad y de la totalidad (la biblia habla del "corazón entero"; la tradicción cristiana del "corazón indiviso"). No se puede amar más que a una persona con semejante amor, precisamente porque es total. Tal amor consta de dos movimientos que se asemejan a la sístole y a la diástole del corazón humano: el movimiento de concentración que tiende a reunir todos los pensamientos-afectos-deseos-voluntad-acciones en una sola persona, que se convierte en el polo magnético de atracción: y el movimiento de dilatación, o sea el efecto de expansión que sigue después: la procreación que se expresa en la maternidad. Así Sta. Teresita, siguiendo el movimiento de concentración, llega a desear convertirse en "el corazón de la Iglesia" para poder latir por todas las necesidades de la misma Iglesia.
La esponsalidad exige la reciprocidad de la donación total del uno al otro en una intimidad única (la Madre llega a pedir el cambio del corazón; cf. P. Gino, Semblanza 3, p. 12 s). La Madre cumple la voluntad de Jesús y Jesús - realmente maravilloso – hace lo que la Madre le pide en la oración.
Significa llegar a experimentar que Dios está enamorado de ti, te desea, quiere ser "UNA COSA SOLA CONTIGO" /(CF. 23.3.15; 4 Y 7.3.1952; CF. Jn. 15, 9; 17, 21 ss)
Amor esponsal significa también amor fiel que obliga a "vincularse" al otro mediante ciertos compromisos: por ejemplo los tres votos, que, por una parte, representan los lazos de una unión indisoluble y, por otra, el desasimiento de todo lo demás (cf. recordatorio de la profesión perpetua de la Madre; la novena al Amor Misericordioso, especialmente el VI día; cf. Ez. 16).
Significa tener secretos solamente con El; significa abandono y vivir ya lo eterno, porque este Amor es ya el Bien futuro; en el Reino no habrá desponsorios porque El es el Esposo; el Amor no será oculto, sino cara a cara con El... allí permanece sólo el Amor (Cf. ¡ Cor. 13, 8-13; Apoc. 21,. 2-9; 22.10.20).
3. Virgen y Madre
La esposa del Señor es virgen (concentración), y precisamente porque es virgen-esposa se convierte en madre (dilatación, acción generativa). Las grandes figuras femeninas de la biblia son con frecuencia estériles/virgines (Sara, Ana, Isabel, María).
Creo que es precisamente la virginidad transparente (los puros ven a Dio) de la Madre, la que ha dado aquella fascinación especial a sus ojos, la que le ha transmitido el suave olor de la limpieza, la atracción de su gesto sencillo y de su lenguaje original, ademanes delicados y al mismo tiempo enérgicos. Ella había roto decididamente con toda afición desordenada, había reunido todo su potencial afectivo y lo había invertido en la consagración virginal al Esposo... y de esa forma se convierte en madre fecundísima.
La fecundidad cristiana tiene su origen en la comunión virginal con el Espíritu que nos transporta al desierto para que allí, "solas" tenga lugar el enamoramiento completo (cf. el pueblo en el desierto en Os. 2 e Hist. 18.3.1952 donde dice no desear otra cosa que "hacer la voluntad de mi Dios, amar tanto, tanto y estar sola con El para hablarle y para que El me hable").
Dice la L.G. 63 "María como Virgen y como Madre es el modelo perfecto e incomparable de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen... También en su ministerio apostólico la Iglesia es consciente de asemejarse a la Virgen, que engendró al Cristo después de haberle concebido por obra del Espíritu Santo. Pues como ella, la Iglesia contribuye eficazmente a la primera presencia y al crecimiento de Cristo en el corazón de los creyentes".
Creo que estas palabras pueden aplicarse a los cristianos verdaderos y por consiguientes a la Madre, porque ella es, sobre todo, MADRE, NUESTRA MADRE: éste es el título que mejor le conviene.
Es Madre de las Esclavas y de los Hijos del Amor Misericordioso, de nuestra Familia del Amor Misericordioso = NUESTRA MADRE. Todos recordamos la carga afectiva con la que a cada uno/ decía: "¡hijo mío!". Madre de los sacerdotes, de los pobres, de los peregrinos, de cualquier hombre que tuviera una pena o una alegría que confiarle.
¡Ella ha experimentado la sensación de ser como la Madre de... Jesús! Recordamos con cuántos afecto, respeto y atrevimiento, exclamaba dirigiéndose a Jesús: "¡Hijo mío!" (Hist. 26.12.27; cf. también Lc. 8, 19-21).
Madre nuestra. En sus escritos encontramos una infinidad de invocaciones (casi en cada renglón): "Hijos/hijas míos" y estamos convencidos de que no son expresiones de un maternalismo sentimental: era la sinceridad de su amor la que le movía a decir esto ("vuestra madre que en serio os ama"); "Por mi parte procuro evitar todo sufrimiento a las hijas; ocultándoles cuanto puedo estas penas y amargura para que no sufran" (Hist. 6.32); "Me he defendido sólo por amor a mi amada Congregación, para que un día mis hijhos no tengan que avergonzarse" (Exh. 6.5.65; 16.6.65); "Soy madre, pero no de esas madres tontas que se enredan con bobadas; yo las tonterías no las admito y quiero que mis hijas sean fuertes" (Exh. 16.6.65).
Madre capaz de unas delicadezas maternas y de una ternura exquisita: "Ponte en lugar de estas hijas y ya verás como las disculpabas de todo" (Hist. 31.12.40); "Dios ha elegido para Fundadora esta pobre criatura y la ha hecho nada aduladora, enérgica, sin respeto humanos para decir a las hijas las verdades" (Hist. 16.10.42; cf. también Perf. 144, p. 148).
Le gustaba verse rodeada de sus hijos/as, pensaba en ellos uno por uno, en la manera de ser de cada uno, recordaba atentamente sus gustos y necesidades; quería que en momento de su muerte estuviesen presentes el mayor número posible de ellos, los educaba, los defendía, quería que fuesen los mejores de todos (a la derecha y a la izquierda del Señor); que estuviesen presentes en todo el mundo, los quería santos... deseos de una madre que quiere que sus hijos se parezcan a ella. Aquel "¡hijo mío!" que nos dirigía con el tono acongojado de la Madre "que en serio os ama", significaba: ¡Cuánto te amo! ¡cuánto me has costado! ¡cómo me gustaría que fueses siemejante a mí!... ¡No defraudes al buen Jesús ni... a tu madre!"
En su maternidad se realizan las características femeninas antes mencionadas: capacidad para intuir y recordar las necesidades de cada uno; capacidad para prestarles atención y satisfacherlas de la manera más conveniente, atenta y delicada; capacidad de una total implicación afectiva: calurosa ternura materna, compasión entrañable, pagando de persona, sufriendo por nosotros. "Cuando halláreis un hombre bajo el peso del dolor físico o moral no intendéis darle un socorro ni una exhortación sin haberle dado antes una mirada compasiva... Es necesario comprenderlos, sentir con ellos y simpatizar con ellos" (Perf. n. 2).
Capacidad para ofrecer la ayuda necesaria en el momento preciso y de la manera más adecuada: el pan, la palabra, la oración... más con los hechos que con las palabras. Nacían así los momentos significativos: los que dejan huella porque están llenos de amor verdadero.¿Quién no recuerda algún detalle de este amor materno que no te esperabas: delicado y puntual, limpio y aromático?
De esta madurez humana y religiosa fluye un testimonio de "alegría y de gozo". De hecho, todos recordamos su sinceridad y su paz, más visibles aún en el momento de su muerte. Mujer de paz porque se había realizado al máximo en la comunión con el buen Jesús y en todo aquello que El le había pedido.
Podemos pedirle, con el fin de asemejarnos un poco más a ella, algo de aquello que era típicamente suyo: una mirada más luminosa y penetrante, un corazón con mayor capacidad de amar y de sufrir a la secuela del Amor Misericordioso, unas manos ágiles y activas para llevar a cabo las obras de misericordia.
APENDICE
1. Reproducimos un pasaje del Testamento Espiritual de Snta Angela De Méricis. Sirve para iluminar la personalidad de la Madre Esperanza.
"Os suplico que recordéis y tengáis grabadas en la mente y en el corazón a todas vuestras hijas una por una; y no sólo sus nombres, sino también su condición, índole, estado y todas sus cosas. Lo que no os resultará difícil, si las abrazáis con gran caridad.
Así las madres según la carne, aunque tuviesen mil hijos, le rendrían a todos en su alma totalmente fijos uno por uno, porque así actúa el verdadero amor. Más aún, parece que cuantos más tienen, más crece el amor y la atención particular por cada uno. Con mayor razón las madres según el espíritu pueden y de-ben hacer esto, porque el amor según el espíritu es, incomparablemente, mucho más fuerte que el amor según la carne. Así pues, mis queridísimas madres, si amáis a estas hijas nuestras con viva y entrañable caridad, será imposible que no las tengáis a todas particularmente impresas en la memoria y en el corazón.
Esforzaos en seguirlas con amor y con tacto suave y dulce, y no de forma autoritaria y con aspereza... Sobre todo, evitad el querer obtener alguna cosa con la fuerza: porque Dios ha dado a cada uno el libre albedrío y no quiere obligar a nadie, sino que únicamente propone, invita y aconseja. No quiero decir con esto que, a veces, no se deba hacer alguna reprensión y usar cierta dureza en el momento y en el lugar oportunos, de acuerdo con la importancia, la condición y la necesidad de las personas, pero a esto nos debe mover sólamente la caridad y el celo por las almas" (del Testamento Espiritual de Santa Angela De Méricis; cf. Liturgía de las Horas. Políglota Vaticana 1975, vol 3, p. 1248 s).
Y ahora algunos pasajes de cartas escritas por la Madre Esperanza.
"Recibe un fuerte abrazo de esta tu madre que, unida a ti, suplica El te llene de los dones que tú dices deseas" (Carta a una hija en Hist. 5.3.47).
En otra escribe (Hist. 18.XII.1947): "Las madres les llevarán un poco de turrón que con mucho amor he preparado para mandarles a todas mis hijas de España; este turrón lo he preparado con la grande ilusión de llevárselo yo misma, esta esperanza me ha servido de gran consuelo hasta pocos días hace. ¡Qué alegría experimentaba mi pobre corazón con esta esperanza! y ¡cuánto disfrutaba, hijas mías, en abrazar a mis amadas hijas! Pero Jesús, que sabe bien el valor del sacrificio, ha querido pedirme también éste" (Carta a las hijas de España: Hist. 18.XII.1947).
"Recibid todas mi más cariñosa felicitación de Pascua, junto con un fuerte abrazo de vuestra madre que mucho os ama y no os olvida un momento y pedid todas para que yo cumpla siempre la Voluntad de Jesús, por mucho que me cueste" (carta Circular del 22.11.1948).
2. Muy elocuentes a este propósito son dos cartas escritas a dos hijos del Amor Misericordioso.
"Todo por amor
Amado padre, debo decirle que yo pido para usted hace ya días, que el buen Jesús le ayude a medir bien el tiempo, con el fin de que su labor en el Apostolado sea siempre para usted, un medio de santificación, y jamás un manantial de disipación, dejándose absorver de las cosas exteriores, al grado de no tener tiempo para hacer sus ejercicios de piedad como debe. Perdóneme, padre mío, y vea en mi petición el corazón de una madre que ambiciona para usted lo más perfecto. Y usted pida al buen Jesús se digne probar mi amor hacia El con el dolor, pues El sabe que fácilmente se apodera de mí el desaliento y así no llego jamás a complacerme en el dolor."
"Todo por amor
Dí a ese hijo que después de la gracia concedida, debe santificarse, para ésto y por el deber que tiene de santificar las almas, le he concedido lo que sabe, y estoy dispuesto a hacer cuanto sea necesario para que él llegue a una grande santidad, ya que sólo ésta es la que le hará ser lo que le exige su divino ministerio, hombre crucificado para el mundo, que no desea sino que los bienes celestiales, y trabajar sin descanso para inculcar en los demás los mismos principios.
Quiero prepararlo con el amor y el sufrimiento, para que brille su luz ante los hombres, de modo que vean sus buenas obras, y así me aleben a mí".
3. Trascribimos, fnalmente, el texto compuesto por la Madre con ocasión de sus votos perpetuos.
"Todo por amor
Jesús mío, amor mío, a Ti prometo obediencia, castidad y pobreza, oblígame, Jesús mío, a cumplir siempre y en todo momento Tu divina voluntad, porque unirse una a Ti y hacer lo que Tú deseas es la cosa más amable, y amarte con preferencia la más dulce y digna de desearse.
A ti me ofrezco ¡oh único bien de mi corazón! Para vivir, de aquí en adelante, sólo para Ti. Haz Jesús mi corazón a semejanza del tuyo, para que durante toda mi vida me conforme a Tu santa voluntad.
¡Oh, amor mío! norma, esperanza y corona de todas las virgenes, por intercesión de nuestra Madre, la bieneventurada Virgen María, consérvame casta en el cuerpo y en el alma.
M. Esperanza de Jesús eam"