PERFIL DE MADRE ESPERANZA – 16 Mª Jesús Muñoz Mayor O.P. La Obra del Amor Misericordioso y Madre Esperanza Edizioni Amore Misericordioso |
Quien quiera que se haya aventurado en la apasionante tarea de la investigación sabrá cuan necesario es, como primera medida, pertrecharse de una buena dosis de paciencia en la búsqueda del "documento perdido" y no menos esperanza en hallarlo, a pesar de las muchas dificultades del camino y la escasez de fuentes. Tarde o temprano aparecerá y, a manera de pieza de puzzle, nos será útil para la reconstrucción de un hecho, acontencimiento, biografía, etc. que parecían para la historia.
Lo que sabíamos acerca de la relación entre el P. Arintero y la M. Esperanza de Jesús Alhama, fundadora de las dos Congregaciones del Amor Misericordioso, era poco. Pero los documentos con que hasta el presente contamos son más suficientes, a mi modo de ver, para probar la tesis de la estrecha vinculación habida entre ambos y, más bien, entre la Obra del Amor Misericordioso (O.A.M.) y la continuidad de ésta en la persona de la M. Esperanza y sus Institutos.
Madre Speranza escribió una decena de libros. Además se conservan 134 letras circulares, 579 cartas privadas dirigidas a distintas personas, 112 pequeñas dedicatorias o recordatorios ("Santini"), 112 conferencias registradas en cinta magnetofónica, así como otras fuentes de gran valor crítico e histórico, tales como las "Actas" de las reuniones de la casa de Collevalenza, en las que partecipaba la Madre (tengamos presente el hecho de que cada una de estas Actas se leía y era aprobada por la Comunidad en la reunión siguiente), etc.
Fuente primordial, sin duda, serán sus Notas o cuadernos escritos entre el 30 de octubre de 1927 al 29 de septiembre de 1957. Tales apuntes no son un diario propiamente dicho, sino como bien precisa, una "Relación escrita por sólo obediencia a mi Padre Espiritual, Padre Antonio Naval, de la Congregación del Corazón de María". No obstante, dada la intimidad con que ella descubre aquí su alma y toda una serie de acontencimientos – gozosos y penosos – durante el transcurso de estos treinta años, de ahora en adelante me referiré a dicho documento con el nombre de "diario".
En este diario no anota todos los hechos importantes, pues hay largos periodos que marcan un vacío de noticias (ej. los años 1946-1947-1948 ni siquiera son mencionados), pero es que no se trata de una "historia" o una "crónica" sino del testimonio de una mujer que, guiada por el Espíritu testifica su experiencia. Es un diario que nos revela gradualmente el proyecto de Dios sobre ella y, por otra parte, la respuesta y acogida que ella misma da a este proyecto divino.
Es, por tanto, una fuente de primera mano a la que vamos a recurrir en primer lugar. El diario comienza así: "En el año 1927, siendo yo religiosa de la Congregación de María Inmaculada, el día 30 de octubre el Buen Jesús me pide que me dé de lleno a trabajar fuertemente con el P. Arintero, religioso dominico, para hacer conocer la devoción del Amor Misericordioso, yo ya trabajaba de algún tiempo hacía con dicho Padre, pero con la orden de mi Director de que nadie supiese que yo estaba unida a dicho Padre en esta labor, ni siquiera mis Superiores, y el mismo P. Antonio Naval expuso al P. Arintero el deseo suyo de que nadie supiese de que yo estaba unida a él en esta labor".
Muy importante y decisiva ha debido ser la influencia del P. Arintero en la vida de la M. Esperanza cuando, en las primeras páginas de su diario, comienza hablando de él y de la O.A.M.
A primeros de 1928 siente una llamada apremiante del Señor, que todavía no entiende: "Esta noche la he pasado distraída y el Buen Jesús me ha dicho: que El desea valerse de mí para grandes cosas.
Yo le he respondido que con su gracia estoy dispuesta a todo cuanto El disponga pero que yo me siento muy inútil e incapaz de hacer nada de bueno.
El me ha respondido que así es, pero que El quiere valerse de mi nulidad para que así mejor se pueda ver que es El quien hace cosa tan grande para su Iglesia y las almas.
¿Qué querrá el Buen Jesú de mí?".
Sigamos con el diario. Por entonces la Madre temía que el P. Naval "cortase por lo sano diciéndome" basta de comunicarse con ese Padre [Arintero] y como es lo que más agrada a mi naturaleza.
Especialmente desde que la Marquesa de Almaguer me comunicó que ya no se podría trabajar más en la propaganda de la devoción del Amor Misericordioso por ser ésta una devoción nueva que la Iglesia no aprobaba".
¿Por qué el P. Naval tenía tanto interés en que nadie supiese de aquella relación con el P. Arintero? La misma Madre confiesa que le parecían injustas al-gunas órdenes dadas por su director espiritual y más de una vez se sintió tentada a no dejarse dirijir por él. Ahora bien, por otra parte, sabemos que el P. Naval apoyaba esta relación y colaboración, así que el quiz del silencio que él pedía no hay que buscarlo en cuestiones personales, de un posible enfrentamiento con el P. Arintero, sino en el temor a que la O.A.M. se viniese abajo de un momento a otro (según el comunicado de la Marquesa de Almaguer) y con ello, su propio prestigio como director de almas.
En definitiva, el P. Naval temía su fracaso. La Madre no oculta su extrañeza y le dice: me llama la atención y multiplica mi tristeza el que V. haya tenido tanto interés en que mis Superiores no se diesen cuenta de que yo trabajaba con el P. Arintero.
Qué cábalas he hecho, Padre mío, en este día respecto a esto, preguntándome: "el Padre tenía miedo a un fracaso propio suyo por mandarme trabajar con el P. Arintero y aquí está la reserva de mi Padre espiritual".
Bien lejos estaba de saber que pocas horas después de haber escrito tan revelador párrafo, moriría santamente el P. Arintero. Durante los ochos años que siguieran a su muerte, la devoción al Amor Misericordioso y su doctrina se difundieron por varios paises, no solamente en Europa sino también en América y Asia. Con motivo de unas presuntas prohibiciones (no viene al caso comentarlas) se suspendió la propaganda de la O.A.M. y ésta, aparentemente, se eclipsó. Incluso muchos creyeron que el P. Arintero había fracasado en su última y más querida empresa apostólica.
La realidad estaba siendo otra muy distinta. Nadie sospechaba que el Amor Misericordioso, para llevar adelante esta obra, escogía ahora a quien humanamente hablando, podía ser considerada como la menos indicada para ello, a la M. Esperanza de Jesús. El Señor la había preparado, a través de un doloroso viacrucis, para asumir aquella singular misión en la Iglesia: revelar al mundo entero que Dios es "Amor Misericordioso". Este mensaje será el centro vital de su carisma.
Pocas veces el Señor nos da a conocer de inmediato lo que quiere de nosotros. Con frecuencia su voluntad se nos manifiesta progresivamente, bien porque sabe que no podemos de una vez con todo o bien porque se recrea en este ir adentrándonos en él. Hay un texto precioso en el diario de M. Esperanza que refleja esta actitud de endiosamiento: "Yo no sé si será una ilusión, pero me parece que amo al Buen Jesús más que antes: hay momentos, Padre mío, que me parece sentir en mi alma un movimiento interno que la transporta a El, despegándola de las cosas que no son El, infundendo en mí una sed abrasadora de sufrir con El, y con ansia espero llegue el momento que El me pida esa labor que dice que haga ayudada de El.
¿Qué labor será esta?
Crea, Padre, que yo no deseo otra cosa que dar gusto al Buen Jesús y someterme en todo y por todo a su Divina Voluntad".
Muchos son los que quieren acompañar a Jesús en los triunfos sin pasar por las penalidades; pero hay que acompañarle en todos sus caminos – Tabor y Gólgota – para poder gozar de su íntima amistad; hay que padecer y sufrir con él glorificados. Por eso dirá el Señor que: "si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere da mucho fruto"
(Jn. 12, 24).Para finales de marzo de 1929 la M. Esperanza ya tenía clarificada su "labor". Siendo todavía religiosa claretiana, comienza a escribir las Constituciones por las cuales, más tarde, había de regirse sus dos Congregaciones. Hablaremos de ello un poco más adelante.
Será el P. Menéndez-Reigada quien dé testimonio de unas reveladoras palabras de P. Arintero, ya en su lecho de muerte: "estas dos obras [la revista la Vida Sobrenatural y la Obra del Amor Misericordioso] están llamadas a dar mucha gloria a Dios y a producir inmensos frutos de santificación en las almas. Yo les prometo que si el Señor se digna acogerme en su infinita misericordia, como lo espero, desde el cielo seré más útil a estas obras que lo que he sido aquí en la tierra. Yo ya estorbo en este mundo para su difusión y florecimiento, y por eso el Señor me lleva y se las encomienda a los que en ellas me hayan de suceder".
¿Porqué no pensar que estas últimas palabras eran verdaderas palabras proféticas que habían de llegar a complimiento en la persona de M. Esperanza? No olvidemos que el distintivo de su vida fue: "hacer que los hombres conociesen a Dios no como un Padre ofendido por las ingratitudes de sus hijos, sino como bondadoso Padre que busca por todos los medios la manera de confortar, ayudar y hacer felices a sus hijos y que les sigue y busca con amor incansable como si El no pudiese ser feliz sin ellos". ¿Y no han sido también palabras proféticas aquellas que el P. Caballero anunció en carta a una religiosa francesa? A este propósito escribe la M. Magdalena del Corazón de Jesús al P. Arintero, con fecha de lunes de Pentecostés de 1924: "he tenido carta del P. Caballero, y me ha divertido mucho por verme así incorporada en una Orden religiosa que él espera conocer. Será la del Amor Misericordioso, cuyo director es Vd. ahora, Padre mío. Le incluyo pues la epístola en cuestión". Basta un repaso sintético a la historia para concentrar en pocos renglones algunos datos que confirman ambas profecías. La M. Esperanza institucionaliza carismáticamente la espiritualidad del Amor Misericordioso. En la noche de Navidad, 24 de diciembre de 1930, nace para la Iglesia la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso. El 24 de febrero de 1951 entiende que el Se-ñor desea la fundación de los Hijos del Amor Misericordioso y, apenas seis meses después, en un lumioso 15 de agosto, funda esta Congregación en Roma. El trigo no puede amontonarse... y, a los tres días, junto con algunas Esclavas se trasladan a Collevalenza.
En 1955 construye el Santuario y a medida que aumentan los religiosos de ambas Congregaciones y se multiplican las fundaciones, M. Esperanza llevará a término la construcción del gran Santuario (1965) y toda la obra del Amor Misericordioso.
Sigamos el hilo conductor que nos permita adentrarnos, poco a poco, en esta relación entre el P. Arintero y M. Esperanza. En principio pudo parecernos algo accidental i esporádico, pero hay datos que confirman lo contrario. En todo lo que se refiere a la colaboración entre ambos no me parece que pueda seguir manteniéndose la tesis de quienes opinan que los contactos con este Padre Dominico se reducían a algunos breves escritos que el P. Arintero modificaba a su antojo a la hora de publicarlos, puesto que la misma Madre dice que "el Buen Jesús me pide que me dé de lleno a trabajar fuertemente con el P. Arintero" y, seguidamente "yo ya trabajaba de algún tiempo hacía con dicho Padre".
Tampoco me parece exacto poder afirmar que el P. Arintero hacía modificaciones a su antojo. Es cierto que modificaba algunos escritos que recibía y esto quizá lo hacía (más que por su modo de ser, de pensar o de escribir) para encontrar un modo más aceptable de hacer penetrar una doctrina nueva, no de todos conocida y de algunos combatida abiertamente. No hay documentos para probar esta hipótesis, pero no la excluyo porque me parece más en sintonia con la santidad de vida del P. Arintero.
Por otra parte, él estaba acostumbrado a corregir los escritos que algunas religiosas le enviaban para ser publicados en la revista.
Citamos sólo un ejemplo. En carta que escribe, el 7 de junio de 1922, a la M. Magdalena (J. Pastor) le dice: "me ha parecido podrá ponerse en la revista [un artículo que le envía la religiosa Pasionista] cambiando un poco el título (...) y firmar con seudónimo, para que nadie pueda saber ni sospechar de donde viene. Mas en este caso convendría lo redactara usted misma de nuevo con mucha más extensión, añadiendo cuanto el corazón le dicte, sin reparar en el estilo, que luego lo retoco yo...".
En una ocasión M. Esperanza escribirá diciendo del P. Arintero que: "a pesar de ser un gran Santo, como hombre tiene su manera de ver las cosas y así muchas veces él propaga cosas en los opúscolos referentes al Amor Misericordioso que, según el Buen Jesús, no son exactas.
Yo se lo he dicho más de una vez pero veo le cuesta someterse en muchas cosas a una pobre Religiosa sin estudios y sin tantos conocimientos como él.
Y yo dándome cuenta de ello, con bastante esfuerzo le digo aquello que Jesús me dice, pero veo que no lo pone tal como se le comunica, lo mismo ha hecho con algunas cosas de la novena que ha extendido por América, Francia y España".
Vemos que M. Esperanza incluso le daba consejo para que modificase algunos puntos docrinales publicados en los opúscolos de la O.A.M., o en la revista La Vida Sobrenatural.
Observamos también que en esta humilde confesión ya aflora en ella el don del discernimiento, don que no la abandonará a lo largo de su vida. Cientos de personas pueden testificar hoy día esta afirmación.
Sale de sí misma que es "una pobre religiosa sin estudios y sin tantos conocimientos como él", pero está segura que el conocimiento que ella posee no le viene de estudios teológicos ni universitarios sino de la misma fuente del saber. Es por esto que salta por encima de todo respeto humano y siente la obligación fraterna de "decírselo más de una vez"... porque ni siquiera le está dando su opinión, más o menos cualificada, no habla de su propia cosecha, sólo "le digo aquello que Jesús me dice"...
Es bien cierto lo que piensa del P. Arintero, que: "a pesar de ser un gran Santo, como hombre tiene su manera de ver las cosas" y su manera de escribir..., añadimos nosotros. Cuando uno de sus libros fue objeto de impugnación, será él quien pida que el exámen del mismo fuera hecho por "teólogos competentes" y les decía que "no se fijaran demasiado en frases aisladas debidas a que yo mismo no sé precisar, sino atiendan a todo el libro y a toda la obra".
No ha de extrañarnos que el P. Arintero no hu-biera llegado a conocer totalmente la hondura espiritual y el talante de aquella mujer de treinta y pocos años, mujer de talla excepcional incluso en el plano meramente humano.
En el archivo del P. Arintero no existen documentos que prueban la colaboración directa de M. Esperanza en la revista, aunque es muy posible que hubiera sido la autora de algún artículo, también bajo el seudónimo "Sulamitis" (puesto por el P. Arintero); no resultaría difícil delucidar el asunto aplicando el método de la crítica literaria y estilística. Personalmente me inclino a pensar que su colaboración consistía en supervisar las publicaciones relacionadas con la o.a.m.
Eran muchas personas las que traducían los escritos de la M. Mª Teresa Desandais y, probablemente, no todos eran igualmente fiables a la hora de plasmar el auténtico sentido. Además se publicaban bajo estas siglas otros escritos cuyo contenido tuviese relación con la espiritualidad del Amor Misericordioso.
Sea como fuere no se acobardó en dar su parecer a aquel reconocido teólogo "con quien ya trabajaba de algún tiempo hacía", antes de 1927.
La primera reunión oficial de la O.A.M. se celebró el 11 de noviembre de 1923, en el oratorio privado del Amor Misericordioso, calle Martín de las Heras, 67. El acto estuvo presidido por el jesuita P. Fernanado Vives del Solar y entre las personas asistentes – tres religiosas y tres señoritas – no se encontraba M. Esperanza, pero es muy probable que por aquellas fechas, o poco después, ya hubiera entrado en contacto con las personas vinculadas a este círculo de Madrid.
En enero de 1924 se publicó en el n. 37 de la revista, la Novena Perpetua al Amor Misericordioso y precisamente sobre ésta sugiere al P. Arintero alguna corrección.
Veamos seguidamente un hipotético itinerario seguido por la Madre de cara a un conocimiento acerca de la Imagen del Amor Misericordioso.
En la primera carta que la M. Magdalena del Corazón de Jesús escribe al P. Arintero, el 3 de febrero de 1922, le comunica que: "Todos los escritos [de la M. Mª Teresa Desandais] rodean o son inspirados por un Cristo, el que le incluyo igualmente ‘L’Amour Misericordieux’. El Amor divino que nos revela la Cruz, el Divino Corazón y la Eucaristía (...): La religiosa no ha recibido gracias más que para la figura, es decir, el rostro. Que es Divino. Un joven artista, m. St. Jean, ha debido corregir los defectos anatómicos del cuerpo.
El Señor quiere además que sus brazos sean perfectamente extendidos sobre la Humanidad y así casi perpendiculares. Es poco a poco que la imagen se completa, la que le incluyo no posee aún los últimos detalles. Los rayos de la luz o Misericordia caen sobre un libro de los Evangelios. El Evangelio del Amor".
El P. Arintero recibe noticia acerca del Cristo del A.M. en febrero de 1922. Y ¿cuándo M. Esperanza?: casi con toda seguridad no antes de septiembre de 1923, fecha en que la revista La Vida Sobrenatural reprodujo, por primera vez, la estampa pintada por la religiosa salesa, encabezando unos de sus artículos titulado «La Divina realidad».
En las dos Congregaciones fundadas por la M. Esperanza – y en el Santuario de Collevalenza – los símbolos que usan para representar tanto al Amor Misericordioso como a la Virgen Mediadora son, en efecto los mismos que empleaba la O.A.M. No podemos hacer aquí historia de ambas imágenes, pero indicaré como primicia algunos datos que nos ayudarán a comprender su posterior evolución. En este artículo me limitaré tan solo al punto relacionado con la imagen del Cristo.
Poseemos una "Autobiografía de P.M. Sulamitis" en la que revela lo siguiente: "En febrero de 1904, en uno de los momentos del Señor, tuve la primera visión de lo que El quería que yo hiciese: una Imagen de su Crucifijo con su Corazón, teniendo la Ofrenda en la parte de abajo (...).
Ella (suele hablar de sí misma en tercera persona) en cuanto veía un Crucifijo le parecía oír por dentro: "Soy Yo viviente Quien me ofrezco en la Hostia... ahí está la mayor manifestación de mi Amor. Cuando comulgaba era el acercamiento mismo al Calvario y a la vista o el pensamiento del Sagrado Corazón la llevaba al Calvario y al Altar".
En la Navidad de 1912 pintó la primera estampa con los atributos característicos del Amor Misericordioso. En enero de 1913 comenzó su gran cuadro al óleo para el claustro del monasterio de Dreux; de esta pintura dice que: "Monseñor la bendijo en su primera visita y alabó la idea de un Cristo Sagrado Corazón. Concedió indulgencias para todos aquellos que mirasen este cuadro y su reproducción y se hicieron las primeras estampas". La corona a los pies de Jesús no la añadió hasta 1916, pues ella sólo había pintado unas llamas a modo de hogar – según la visión que había tenido.
También pintó expresamente otro cuadro para Juana Lacasa Moreno, la principal colaboradora del P. Arintero en la O.A.M. Ella constituye un verdadero punto de referencia a la hora de calibrar el alcance e influjo de la Obra en todos los ámbitos sociales de la geografía española. Su Papel desempeñado en la
O.A.M. aún está por estudiar pero, indiscutiblemente puede ser parejo – e incluso superior – al atribuido al P. Arintero.Desconoscemos la fecha exacta en la que le fue renviado el óleo, quizá hacia finales de 1926; desde luego, ya constan abundantes noticias acerca de él en 1927 y 1928.
Habiendo tenido la oportunidad de consultar los documentos privados, escritos por Carmen y Pilar Moreno Lacasa, podemos ofrecer la siguiente información respeto a este precioso cuadro – hoy en poder de la familia de Juana Lacasa -.
"Siendo tan extraordinario el apostolado llevado a cabo por ella, la religiosa Salesa quiso hacerle el obsequio de este cuadro que directamente de Francia se lo envió a Montalbán. Esta imagen sólo tiene terminada la parte de la cabeza; el busto está solo esbozado.
La mirada de sus ojos sólo revela amor, perdón y misericordia... No expresa sufrimiento, parece como si estuviera pronunciando la palabra «Padre perdónalos que no saben lo que hacen»"....
Con la llegada de este Cuadro se aumentó la propaganda, venían a verlo a nuestra casa de Montalbán constantemente y, como consecuencia, ella no se negó a nada: el Cuadro viajó con ella por toda España, llevándolo a conventos, colegios, Parroquias, etc.
Y en otro documento: "mandó hacer un estuche especial para poder transportarlo con facilidad y así fue como este Cuadro, como un peregrino, recorrió hogares, conventos, Iglesias, locales, etc.".
Se conservan en el archivo de P. Arintero un par de documentos (no llevan fecha) escritos por Juana Lacasa en los que figura una larga lista de nombres de prelados – españoles y extranjeros –, personalidades eclesiásticas, superiores mayores de congregaciones religiosas, etc. que conocieron su cuadro. En la relación sobre comunidades religiosas que lo han visto, leemos: "en el convento de las Madres de Vicálvaro, donde estaba entonces la M. Esperanza, compañera de la Marquesa de Zahara". Así pues el documento en cuestión puede ser fechado después de 1928-1930.
En dos cartas del P. Arintero a Juana él menciona esto que acabamos de decir: "Celebro la llamen en las Comunidades, allí es donde puede hacer más fruto du-radero y que luego redunde" y "celebro señale días determinados para recibir, a fin de que le quede tiempo para sus deberes y para... traducir y corregir y propaganda".
La Madre conoció este cuadro, del que se hicieron gran cantidad de fotografías en varios tamaños y calidades, así como reproduciones en sencillas estampas. En la tarjeta que la Marquesa de Zahara escribió a Juana Lacasa, el 3 de julio de 1928, le dice: "Mi querida amiga, perdona que mande buscar tan tarde el cuadro del Amor Misericordioso, pero esta tarde me ha sido imposible. Le envío los 20 duros que creo haber oido decirle valía la fotografía pero me tendrá que decir lo que les debo del cuadro o sea del marco".
Y en la parte superior de dicha tarjeta escribe Juana Lacasa: "Regalo de la Marquesa de Zahara a la M. Es-peranza para poner en su capilla" (por entonces la Madre ya estaba destinada en Calle Toledo, 143).
Otro cuadro del Amor Misericordioso que conoció e veneró la Madre fue el de la Basílica de Atocha, inaugurado solemnemente al culto público en la festividad de Cristo Rey, 26 de semptiembre de 1927. También obra ejecutada por la M. Mª Teresa Desandais, esta vez por encargo de los P. P. Dominicos.
Quizá algunos encuentren extraño el siguiente texto escrito, en diciembre de 1930, por M. Esperanza: "En la Capilla de Gómez Herrero me dio a conocer Jesús cómo quería que hiciese la imagen de su Amor Misericordioso, los símbolos que había de llevar e inmediatamente fuí a encargarle al escultur Cullot Valera, pariente mío, éste interpretó bien la idea y me pidió por hacerla 15.000 ptas..
Estas palabras no han de ser mal interpretadas. En modo alguno deseaba ella constituirse en primera depositaria del simbolismo de la imagen del Amor Misericordioso; sabemos incluso, que a las primeras hermanas de la Congregación les regalaba medallas de la O.A.M. (en el anverso el Cristo y en el reverso María Mediadora) y todas conocían el cuadro de Atocha y el de Juana Lacasa.
No surge problema ni sombra de duda cuando miramos a una M. Esperanza siempre pronta a cumplir la voluntad del Padre. Ahora fundadora de la nueva Congregación, pensaría en encargar una imagen para la capilla. ¿Quería el Buen Jesús seguir representando con aquellos símbolos ya conocidos del Amor Misericordioso?
A su interrogante tal vez respondió el Señor manifestándose en una visión o en una simple percepción interior. Esto nunca lo sabremos, lo cierto es que M. Esperanza se sabía deudora de una espiritualidad que la precedía en el tiempo y, ahora, ella estaba llamada a vivir y transmitir el carisma de anunciar al mundo entero que: es posible la experiencia de un amor que, en Jesús, se hace visible como "Dios rico en Misericordia" (Ef. 2, 4).
Con frecuencia exhortaba a sus hijas con estas palabras: "Pongamos especial interés en hacer comprender a nuestros hermanos que Jesús es para todos un bondadoso Padre y que nos ama con un amor infinito, el cual no hace distinciones. El hombre más perverso, el más miserable y aún el más abandonado es amado por Jesús con ternura inmensa, es para él un Padre y una tierna Madre".
Mientras que unos intentaban desprestigiar esta espiritualidad (completamente opuesta a aquella que predicaba a un Dios severo e implacable en su justicia), otros querían suprimir el simbolismo con que era ex-presada (por considerarlo excesivamente recargado y "poco teológico"...). Pero Cristo Rey Señor tenía otros planes y deseaba seguir siendo honrado bajo el título luminoso y suave del "Amor Misericordioso".
¿De dónde procede esta tierna compasión que no se explica para los pecadores? ¿cuál es la causa? La causa es que su amor se redobla a medida que el hombre va siendo más miserable.
Me parece que todos los atributos de nuestro Buen Jesús están al servicio del amor, y así veremos que su ciencia la emplea en reparar nuestros errores, su justicia en corregir nuestras iniquitades, su bondad y misericordia en consolarnos y colmarnos de beneficios y su omnipotencia en sustentarnos y protegernos (...).
En estos momentos en que el infierno lucha para quitar a Jesús del corazón del hombre, es preciso que trabajemos cuanto podamos para que el hombre conozca al Amor Misericordioso de Jesús y vea en él un bondadoso padre que se abrasa de amor por todos, que se ofrece a morir en una cruz por amor al hombre, para que él viviera".
Juan Pablo II, con ocasión de su peregrinación al Santuario del Amor Misericordioso, nos recuerda que: "No es posible ser heralos de la misericordia sin la asimilación intensa del sentido y del valor de las donaciones externas de un amor divino infinitamente más potente que la muerte: el Crucifijo y la Eucaristía".
Es por esto que la imagen del Amor Misericordioso manifiesta la presencia simultánea de tres realidades: Cristo Crucificado, la Eucaristía y el mandamiento del Amor. La imagen que encargó M. Esperanza le fue entregada el 11 de junio de 1931. Pocos días después, con ocasión de un solemne Triduo en acción de gracias al Amor Misericordioso – celebrado en el Santuario del Corazón de María – fue expuesta a la veneración del público. En la revisa "Iris de Paz", de los P.P. Claretianos, leemos: "...ofrecemos a nuestros lectores la primera reproducción de una hermosísima imagen del Cristo del Amor Misericordioso, la primera escultura representativa de esa piadosa advocación. Es obra del laureado artista Coullot Valera; el Cristo es de tamaño natural, perfectísimo de talla y colorido".
Es la escultura que actualmente se venera en el Santuario de Collevalenza. Con el fin de ayudar al escultor en la realización de la imagen deseada, la misma Madre Esperanza buscó un hombre que pudiera servirle de modelo y el mismo Señor le indicó un judío que tenía uno "de los cuerpos mejor formados".
Esto lo contaba ella muchas veces a sus hi8jos e hijas en los comienzos de la fundación.
En muchos conventos e Iglesias se daba culto público al Amor Misericordioso. Juana Lacasa escribió una breve relación. Por regla general se trataban de cuadros pero también menciona algunas esculturas, ta-les como la de la catedral de Tenerife y la que iba a colocarse en el convento de las carmelitas de Palencia, regalo de la Marquesa de Pacheco: "dicha escultura – escribe – está expuesta en Madrid, en el escaparate de la tienda de objetos religiosos de Arteaga de la calle de la Paz, frente a Enrique Hernández y no sabe V. la gente que desfila ante ella. Esta escultura está hecha sin copiar el Amor Misericordioso de Atocha ni el mío y naturalmente, no tiene el Cristo la unción divina que pone nuestra Salesita en el rostro de Cristo; pero a pesar de todo , no tiene V. idea de lo que emociona esta imagen y lo que a todo el mundo impresiona verla".
La estrecha relación mantenida entre Juana Lacasa y M. Esperanza la evidencian otros muchos datos. Uno de los más claros y sorprendentes, a mi modo de ver, es que aquélla tuviese noticia de las Constituciones escritas por la Madre, cuando aún pertenecía a la Congregación de María Inmaculada.
El 28 de marzo de 1929, anota en su diario: "El Buen Jesús me dice que ha llegado el momento de que escriba las Constituciones por las cuales más tarde se han de regir la Congregación de sus Hijos de su Amor Misericordioso y muy próximamente la Congregación de las Esclavas de su Amor Misericordioso (...). Esto me ha llenado de espanto pues no sé ni qué poner ni lo que debo hacer". Cinco días después anota: "Esta noche me he distraido, o mejor dicho, Padre, antes de acostarme, embebida en lo que el Buen Jesús me había dicho, he preparado un cuaderno y lápiz diciendo: «Jesús estoy pronta». Y cuando ya iba a acostarme el Buen Jesús ha venido y me ha dicho lo que debo poner en las Constituciones".
Verdaderamente asombra esta docilidad llena de confianza. Sólo este abandono en las manos de Dios puede explicarnos la fineza de sus ideas y resoluciones, la persevarancia en todas las empresas que acometió y aquella paz y serenidad de ánimo mantenido en todas las circunstancias, favorables o adversas. De antemano aceptaba todo cuanto quisiera el Buen Jesús.
Durante aquellos meses permaneció incomunicada, por órden del Obispo de Madrid. Este tiempo lo aprovechó "para escribir en limpio las Constituciones".
El que Juana Lacasa fuera conocedora de estos acontencimientos tan extraordinarios y transcendentales en su vida, confirman la intimidad entre ambas.
En carta que Juana escribe al P. Reigada, el 29 de abril de 1929 (un mes escaso después de haber sido escritas las Constituciones), le dice: "Por fin lo llevó un Sacerdote [se refiere al cuadro pintado por M. Mª Teresa Desadais para el Papa Pío XI], D. Alejandro Huneeus, chileno, sacerdote que a Su Santidad presentó las Constituciones de la Congregación de ‘Esclavas del Amor Misericordioso’. ¡Título que el Papa aprobó!... Este sacerdote se llevó un cuadro de los grandes de 150 ptas., hermosísimo, para ponerlo allí en Chile en la Unión Sacerdotal del A.M., y multitud de fotos, folletos, hojas! en fin, un buen paquete de propaganda".
De este párrafo también deducimos la profunda convicción de M. Esperanza en que su obra es "obra de Dios" y la casi segura relación con aquella "Unión Sacerdotal del A.M." claro precedente de los Hijos del Amor Misericordioso.
En otra carta, del 11 de agosto de 1930, también dirigida al dominico P. Reigada, aconseja Juana Lacasa reserva y prudencia en no proporcionar la dirección del convento en donde vivía la M. Mª Teresa Desandais, no fuera a ocurrir allí lo mismo que recientemente había ocurrido: "...pues ahora mismo en Madrid, por haber dado publicidad a cosas sobrenaturales de una religiosa [M. Esperanza], les ha traido un perjuicio enorme a toda la comunidad".
No cabe la menor duda que aquellos meses que precedieron a la fundación de las Esclavas del Amor Misericordioso supieron un auténtico martirio para M. Esperanza y un quebradero de cabeza para la Congregación de María Inmaculada. Dicha congregación estaba comenzando a resurgir de una fuerte crisis sufrida hasta el "Capítulo General de Unión", celebrado en 1920, y ahora volvía a perder a alguno de sus miembros más valiosos. Entre las Religiosas que abandonaron la Congregación para seguir a la M. Esperanza, he-mos de destacar a M. Pilar Antín de San José, Superiora de la casa de Madrid y con el cargo de secretaria general de la Congregación de religiosas Claretianas (años después se reintegrará en el Instituto de origen).
A su vez la Marquesa de Almaguer da noticias a Juana Lacasa de las primeras andanzas de la nueva fundadora. En carta fechada el 25 de agosto de 1931, leemos: "Madre Esperanza sigue en Alfaro, está muy contenta y creo que pronto comprará la casa. Cuenta el administrador verdaderas maravillas, a ésta el Amor no la quiere tener oculta [en contraposición de la Salesa] pues la exalta delante de todo el mundo, yo iré pronto a Alfaro, ya te diré a mi regreso lo que con ella haya tratado".
Esta "exaltación delante de todo el mundo" constituyó una verdadera purificación para M. Esperanza, ocasionándole no pocos y serios disgustos. En aquellos primeros años muy bien podía decir con el salmista: "misericordia, Señor, misericordia, que estoy sacia de burlas y desprecios" (Ps 122).
El Señor la urgía a la misión; no había tiempo que perder y así, apenas transcurridos seis meses desde la fundación de la Congregación, abría una segunda casa colegio – al amparo de la reciente ley de Asociaciones – en la Villa de Alfaro (Logroño), el día 18 de junio de 1931. Se trataba del palacio adquirido a los Sres. de Heredia, caserón que disponía de unas 150 habitaciones, un espacioso patio y una huerta.
Una persona clave en la vida de M. Esperanza es la Señorita Pilar de Arratia y Durandoña, un año mayor que ella. En mayo de 1929 anota en el diario: "Dije al Padre que había entendido que pasados dos años de hecha la fundación aparecería una bienhechora, la que no sólo me ayudaría a poner lo necesario en la Congregación, sino que también me ayudaría en lo espiritual, pues dicha señorita me pondría en contacto con la Iglesia, valiéndose de su influencia con las altas dignidades de ella, en una palabra Padre, que dicha señorita nos ayudará en todo y por todo".
No podemos recorrer aquí totalmente el itinerario de amistad, particularmente entrañable y emotivo, entre M. Esperanza y Pilar de Arratia, desde el día en que se conocieron, 4 de marzo de 1932, hasta el 29 de agosto de 1944, fecha en que fallece Pilar. No obstante, la traemos a colación en el presente estudio por mostrar su vinculación a Juana Lacasa, antes de que hubiese conocido personalmente a M. Esperanza. Por lo menos en tres cartas escritas por Juana Lacasa, en 1929, se habla de Pilar de Arratia, a propósito de una importante subvención hecha por ésta aquel año, con el fin de costear el folleto "A los Sacerdotes" que con anterioridad, había sido publicado en la revista la Vida Sobrenatural, a lo largo de ocho meses consecutivos, desde julio de 1927 hasta abril de 1928.
El impacto que causó este extenso artículo de la M. Mª Teresa Desandais, sobrepasó todas las expectativas y hubo de ser editado en opúsculo aparte. Hubo varias ediciones. El 2 de abril de 1928, el Cardenal Arzobispo de Toledo escribe a Juana Lacasa: "Al leer la carta prólogo ya escrita para el opúsculo "A los Sacerdotes" por el Rvmo. Sr. Arzobispo de Santiago de Compostela, me he convencido de que era improcedente acompañar en el mismo opúsculo otra carta mía que vendría a coincidir en lo fundamental con la ya admirablemente escrita por el Sr. Arzobispo.
(...) por la unción espiritual de la doctrina que en ella se expone, claramente revelan su origen. Urge mucho se imprima, cuanto antes, este opúsculo que tanto bien ha de producir a los Sacerdotes".
Fue Pilar Arriatia quien se hizo cargo del costo de una segunda impresión. En la carta del 16 de octubre de 1929, escrita por Juana Lacasa al P. Reigada, leemos: "quiero darle cuenta de lo ocurrido con el folleto "A los Sacerdotes", de que ya hablé con el P. Serrano".
Ya sabe que varias señoras querían editar una edición "A los Sacerdotes" a precio baratísimo para poder difundirla más y más, hablaron a la imprenta del Ave María de Bilbao y su propietaria Dña. Pilar de Arratia (que es la que ha dado toda la fortuna para ello) se enamoró del folleto y se empeñó en que lo hicieran fuese como fuese a precio inverosímil, pero he aquí que al ir a imprimirlo, tropiezan con que las dimensiones del folleto eran demasiado extensas para tener cabida en la maquinita a mano con que tiran las cuartillas para las impresiones; no pudiendo pues imprimirlo todo entero, quisieran por lo menos poder hacer una tirada baratísima de la parte primera (la Misa etc) y quedan en que tantearían a ver cuánto podían salir 10.000 ejemplares.
(...). Ya en Madrid recibí carta de D. Doroteo Irizar, sacerdote Director de la Imprenta, que entusiasmado de esa primera parte que ya había leido me rogaba por amor de Dios, que les dejara imprimirle rápidamente, para poder llevarlo al Congreso de las Misiones de Barcelona, donde tendrá difusión extraordinaria (...)".
He querido citar textualmente este largo párrafo con el único propósito de traer a estas páginas otro nombre, el de D. Doroteo Irizar. Este sacerdote de la parroquia de San Francisco de Bilbao, desempañaría posteriormente un papel decisivo y, por otra parte, controvertido en los Francisco de Bilbao, desempeñaría posteriormente un papel decisivo y, por ptra parte, controvertido en los primeros años de la Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso.
D. Doroteo Irizar había sido confesor de Pilar Arratia durante veinticinco años, hasta 1934. También lo fue de M. Esperanza. Ella misma, en enero de 1933, pide que le ayude en la formación de las jóvenes Hermanas de Bilbao porque, aunque ya comenzaban las desavenencias, lo consideraba "un buen sacerdote y sobre todo celoso de la gloria de Dios". Lo cierto es que aceptó este nuevo cargo con ilusión y será bien recibido en la comunidad, quizá porque las Hermanas pemanecían ajenas a algunos serios problemas que, como acabo de decir, empezaban a aflorar.
Y el Obispo de Vitoria, tras acoger a la Congregación en vía de prueba, lo nombrará Director de la misma y con el encargo de informarle sobre la marcha de ésta. Con este motivo, D. Doroteo podrá visitar todas las casas y tendrá amplios poderes para hacer y deshacer poco menos que según su conveniencia, como veremos seguidamente.
Ya hacia finales de abrir de 1933 notó M. Espe-ranza per primera vez "una cosa rara dentro de casa, una de las hijas M. Pilar Antín, le persuade de que ella ha de llevar mejor la Congregación y, convencido de lo mismo D. Doroteo, dispone cese yo de ir al frente y sea M. Pilar la que se ponga al frente de la Congregación y de la casa de Bilbao, provisionalmente, como vía de prueba; sin comunicarlo a nadie hasta que se vea como ella se desenvuelve, que lo lleva bien, entonces se comunicará al Sr. Obispo de Vitoria y se hará en debida forma; además me dijo que esta prueba no se hacía sin el consentimiento del Sr. Obispo, pues él antes de dar este paso le ha comunicado al Sr. Obispo lo que se piensa hacer para bien de la Congregación y el Sr. Obispo es el que ha dispuesto se haga sin dar publicidad de esta órden".
La Madre confiesa que lo vió "un desantino" – y, en efecto que lo era – pero se alegró que no se diese publicidad a esta decisión "con el fin de evitar faltas de caridad o que alguna hija se rebelase" y, también, porque deseaba ocupar el cargo "más humilde", de modo que, hasta el 21 de mayo acordaron mandarla a trabajar a la huerta.
He aquí, de la noche a la mañana, a una M. General – y Fundadora – depuesta de su cargo y vuelta a poner al frente de la Congregación a los pocos meses, cuando D. Doroteo se persuadió de que sin M. Espe-ranza al frente de su naciente Congregación esta se iría a pique.
Conviene recordar que D. Doroteo era, además, director de las "Escuelas del Ave María" y, el 19 de oc-tubre de 1934, Pilar Arratia – que era la propietaria – hizo la donación de las mismas a la Congregación.
Esto aumentará el disgusto de D. Doroteo, acrecen-tado aún más al haberle sido retiradas las 300.000 ptas. del Banco, cuyos intereses él cobraba anualmente. Y por si fuera poco, desde 1932 se le habían acabado sus viajes anuales a Roma y a otros paises europeos, en los que acompañaba a su bienhechora. El caudal de la Srta. Pilar era ahora, en parte "desviado" no hacia fines lucrativos o de puro recreo, sino para financiar los gastos crecientes de esta Congregación de E.A.M. Así lo deseó ella.
Este es el entramado de la urdimbre humana. No hay por qué escandalizarse. Cada uno posee sus propias luces y sombras y, en más de una ocasión, a pesar de nuestra buena voluntad y sincero deseo de hacer el bien nos obececamos y erramos.
D. Doroteo Irizar, que fue un sacerdote por otra parte ejemplar y entregado a la tarea apostólica, no supo "acertar" con M. Esperanza. Cantidad de hechos y actitudes lo demostraron sobradamente (no viene al caso exponerlo aquí). En último término habría que afirmar que, más que piedra de tropiezo, fue el "cincel" que tal vez mejor contribuyó a modelar a la Madre. Y que esto fue así no nos cabe la menor duda, por lo que se deduce de las palabras del P. Gino Capponi. Aludiendo al gran celo de M. Esperanza en favor de las almas de los difuntos, pues no había nadie, que ella hubiera conocido, que al morir no recibiera el más abundante sufragio, dice el P. Gino: "aleccionador fue su desvelo por un difunto sacerdote español de Bilbao. Lo definía su mayor bienhechor, diciendo que, acarréandole tantos contratiempos la había ayudado a santificarse.
Ni se sabe las Gregorianas que yo celebré en aquel período. Y también otros recibieron el encargo de celebrarlas".
Madre Esperanza siempre decía que "el Padre nos ama, perdona, no cuenta y olvida". Y ella buscaba comportarse con esta ternura misericordiosa para con todos y cada uno pero, si cabe, aún más con los sacerdotes, por quienes ella misma, desde 1927, se había ofrecido como víctima de holocausto.
La revista "La Vida Sobrenatural" no se entiende sin Bilbao, aquí es costeada en su mayor parte. El Sr. Goya (uno de los que más ayudaron a financiarla), su íntimo amigo D. José Anido – "fervorosísimo coadjutor de la Iglesia de San Francisco que se ha embelesado con el Amor Misericordioso" (escribe Dña. Juana el 22 de octubre de 1929) – D. Domingo Abona, etc. etc. son nombres poco menos que obligados a tener en cuenta en los primeros años de la Congregación de E.A.M. personas muy comprometidas anteriormente con la O.A.M.
En efecto, cuando M. Esperanza funda un nuevo colegio para niños pobres e inaugura casa de formación (postulantado-noviciado) en Bilbao, allá por los primeros días de junio de 1932, la espiritualidad del Amor Misericordioso ya había calado profundamente en un nutrido grupo Bilbaino desde que, años atrás, el mismo P. Arintero - ¡providentes caminos Señor! – hubiera preparado el terreno y esparcido la semilla. En carta que le envía una religiosa, el 16 de junio de 1923, leemos: "celebro que con tanto gusto hayan oido en Bilbao la doctrina del Amor Misericordioso, se ve que las almas están preparadas y fructifica la doctrina".
Indiscutiblemente, el P. Arintero y la M. Esperanza son nombres que no podrán separarse a la hora de hacer una historia de la espiritualidad del Amor Mise-ricordioso. "Unos plantan otros riegan..." pero ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer, y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo, ya que somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificación de Dios" (1 Cor. 3, 7-9).
También nos consta que en el Boletín parroquial de San Francisco de Asís de Bilbao, se publicaban mensualmente extractos de los artículos de la M. Mª Teresa Desandais, bajo el epígrafe "La Obra del Amor Misericordioso", y así iban apareciendo textos escogidos de: "Llamamiento a los jóvenes", "Si conociérais el don de Dio", "Sed buenos", "La semana con Jesús" etc..
En fin, podría citarse algún texto más para avalar esta tesis mantenida a lo largo del presente trabajo, pero creo que está suficientemente probada. Quisiera concluir haciendo referencia al nombre elegido por M. Esperanza para su Congregación: Esclavas del Amor Misericordioso.
El apelativo "esclava" venía siendo usual, desde el siglo XIX, en la nomenclatura de varias congregaciones religiosas femeninas. Pero, en este caso, me atrevo a insinuar que no es nombre casual ni obedece a una mera tradición.
En la década 1920-1930, la Madre no hizo otra cosa más que empaparse y hacer vida suya aquella extraordinaria doctrina que rezumaba la O.A.M. y que tanto podríamos ir señalando los grandes hitos que la mueven y ponen en tesitura de fundar esta nueva congregación, de tanta gracia para la Iglesia.
Hemos dicho que ella era asidua lectora de la revista "La Vida Sobrenatural", en donde venían publicándose, desde 1922, los escritos de la M. Mª Teresa Desandais. Pues bien, en muchos de ellos hemos hallado reiteradas alusiones a María Mediadora y, en no pocos, alude a la hermosa expresión: "Ecce ancilla Domini", tan estimada y usada frecuentemente por M. Esperanza.
No podemos multiplicar los ejemplos pero sí queremos traer a colación un par de ellos, que merecen ser citados en extenso por su hondura y, al mismo tiempo, por su perenne novedad.
"Entrad más y más en el plan de la reparación: constituidme en Rey de vuestra voluntad, en nombre de todos vuestros hermanos, en unión conmigo, como lo hizo María vuestra Madre durante toda su vida, disposición expresada cuando dijo: He aquí la esclava del Señor, es decir: reconozco a mi Dios por mi Rey, por mi soberano Dueño, por mi Señor, y yo soy su humilde sierva, cuya obligación es adherirse a Él, la verdad, por la fe, y cumplir su voluntad en todas las cosas (...)
Más que a ningún otro pertenece a vosotras almas religiosas, el hacer una fiesta espléndida de Cristo Rey... y aprovechar en este momento para daros de nuevo a Mí más por completo... Renovaos de modo más perfecto en vuestros santos compromisos... bajo la protección de vuestra Madre María, tomad una resolución decidida y sincera de tratarme desde ahora en nombre de todos vuestros hermanos como verdadero Rey: Rey de las inteligencias, de las voluntades, de los corazones... Para renovar esta donación serviros de las palabras de María: He aquí la esclava del Señor.
(...) Cualquiera que sea tu pasado hasta hoy, confíalo a María y, por su medio, ven a Mí... Vuélvete a dar, si es posible más que nunca... vuélvete a dar por María, no hagas nada sin tu querida Madre: ella te guardará y te modelará, mientras que Yo mismo obraré por mi Espíritu Santo...
(...) esforzaos en ser fieles, mendigando sin cesar la gracia y viniendo a abandonarlo todo a las reparaciones de mi Amor Misericordioso sin miraros para continuar siempre vuestro camino... Mirad mi corazón en la Cruz, en la Hostia y con María... seguid a Cristo Rey".
Conviene recordar cuan significativa era esta fiesta para M. Esperanza. Almenos tres de su fundaciones se hicieron coincidir con esta fecha. Larrondo (1933), San Sebastián (1934) y Sestao (1935). Y tampoco sería casual el que procurara que en sus casas se hiciesen los Ejercicios Espirituales a finales de octubre (Cfr. Historia de las Congregaciones... III, 21 de septiembre de 1940).
En otro texto de la M. Mª Teresa Desandais leemos: "La vida de María se desarrolló encerrada totalmente en mi voluntad... Esa palabra esclava dice sin comparación mucho más de lo que podéis imaginaros. Es la gran palabra de la criatura prosternada ante Mí; palabra de adoración, de sumisión, de acción de gracias; don completo de sí misma; aquiesencia a todo lo que Yo soy, o cuanto Yo quiero; práctica del Evangelio, docilidad a mi Espíritu Santo y como consecuencia de ello, el constante cumplimiento de la voluntad del Padre. Esta palabra es el resumen de mi reinado perfecto en el alma y constituye el contrapeso más diametralmente opuesto al pecado.
¡Esclava de amor libre y voluntario! Yo quisiera que eso fuera vuestra vida en la tierra, con María, que os dejéis formar en vuestra Madre que viviéseis en Ella y Ella en vosotros por vuestros pensamientos, vuestra voluntad, vuestro amor; que no hicéiseis ya nada sino en Ella. Eso constituiría su alegría y su gloria: Ella os llevará siempre consigo y consigo os ofrecerá a Mí".
Bien quisiera pensar que fue la meditación de estas palabras u otras semejantes, lo que dejó huella en el alma de M. Esperanza a la hora de buscar un nombre para su Congregación y, a imitación de María de Nazareth, seguir prolongando como un eco, a través del tiempo y del espacio, aquel "Ecce ancilla Domini" de la primera Esclava del Amor Misericordioso.
"De todas las felicidades que en la tierra es dado gustar y saborear como anticipo del cielo, la mayor es vivir unidos a María; esta dicha hijas mías, es inmensa; ella prepara a la suprema felicidad que es vivir en Jesús, pues el medio más eficaz para purificar y asegu-rar nuestra unión con el Amor Misericordioso es María.
Yo creo que cuando por María se nos da a Jesús, es doble el gozo y más plena la posesión".
Con estas palabras de M. Esperanza doy por concluido el presente trabajo, modesta colaboración en la que se ha pretendido demostrar cómo ella se movió en aquel círculo de personas activas y devotas de Madrid (y posteriormente de Bilbao), entregadas a divulgar la devoción del Amor Misericordioso, bajo la dirección del P. Arintero. Este y los escritos de la M. Mª Teresa Desandais le aportaban ayuda teológica en la comprensión de aquel misterio de amor misericordioso que, a su vez, experimentaba en lo más profundo de sí. Pero si bien es cierto que la Madre recibió y asimiló mucho de la O.A.M. no es menos cierto lo que ella misma aportó a ésta con su valía personal y, sobre todo, con su experiencia mística, a través de su diálogo existencial con Dios, que la hizo testigo de credibilidad, de amor y de esperanza, como profeta que se levanta en medio del pueblo y exhorta a la conversión.
Su grito profético es éste: "el corazón del Señor arde en deseos de que se salven todos los hombres. El nos está esperando con amor y misericordia".