4. Sufrir con él
“Te das cuenta, Jesús mío, ¡cuánto sufrí viéndote a Ti con ese sufrimiento!! Yo, Jesús mío, tengo grande pena; quisiera morir yo, quisiera sufrirlo yo todo pero Tú no, ¡Jesús mío! Tú ya sufres bastante, ¡ya has sufrido muchísimo por nosotros!”[626]
“Quiero vivir, - te lo he dicho hoy y te lo he dicho otras veces - pero ahora es que no acierto a vivir así. Me sentiría más unida, más dentro de Ti sufriendo más, pero que no sea de esa manera que parezca una cosa del otro mundo”[627]
“Que puedas encontrar a las Esclavas e Hijos de tu Amor Misericordioso generosos para sufrir todo aquello que Tú quieras, ¡Jesús mío! Que tanto los Hijos como las Esclavas de tu Amor Misericordioso, no ambicionen otra cosa que amarte, sufrir por Ti, ayudarte, Jesús mío, y darte gloria, ¡hazlo, Jesús mío!”[628]
“Pero tienes que ayudarme, Jesús mío, tienes que ayudarme sino ... no sé porqué, pero a veces me descuido en algunas cosas que después me dan pena; pero mi naturaleza es díscola, Jesús, es díscola ... eh! no, aquello que no le va...! me cuesta trabajo meterla en regla para que vaya ... no, no es fácil, tengo que luchar conmigo misma para conseguir aquello que mi alma desea, para unirla a Ti, Jesús mío! Ayúdame, Jesús, ayúdame Tú para que jamás el amor propio me impida hacer lo que Tú me digas; que jamás el amor propio se meta en medio, ni tampoco el qué dirán; no quiero más que estén en medio, solamente Tú, Jesús, para ayudarme a caminar como Tú quieras, santificando mi alma y la de los que conmigo traten, de aquellos que habitan con nosotros, que ninguno te ofenda, Jesús mío; esto no lo quiero”[629].
“Tú no sufras; dame a mí lo que Tú creas, lo que Tú quieras, pero déjame sufrir. Dos cosas quiero: amar y sufrir, amar y sufrir, porque, ¿¡sabes cuánto se sufre cuando se está lejos de Ti?! No es que yo no quiero sufrir, quiero amarte muchísimo para poder ayudar a los hijos a unirse a Ti, a amarte y yo con ellos, Jesús mío. ¡Ayúdanos, Jesús mío!”[630]
“De todas formas, Jesús mío, a mí me interesa esto: yo quiero darte mucha, muchísima gloria; quiero sufrir por Ti y quiero morir amándote, morir sufriendo todo lo que Tú permitas: porque me pruebas o porque tiene que ser así ... yo eso no lo quiero saber, sólo me interesa saber que Tú no te has cansado de mí y que yo puedo estar Contigo; ¡esto sí, Jesús mío!”[631]
“Sufrir lo que sea necesario, hacer lo que Tú, Jesús, quieras, pero unidos a Ti. Que año por año crezca el amor, que año por año crezca el respeto, el amor, la caridad, el entusiasmo ... ¡Oh!, ¡Tú puedes hacerlo, Jesús mío!”[632]
“Quiero sufrir Contigo; quiero sufrir y amarte, pero mucho, mucho Jesús mío! Deseo amarte, deseo amarte fuertemente y deseo también, Jesús, pedirte - y estos sí que te lo pido de corazón para los hijos y las hijas - que vivan unidos, que no vaya cada uno por su parte y que sea no un amor de criaturas, un amor de ... no, amor del Padre a la hija y de la hija al Padre; amarse bien, quisiera esto, Jesús mío”[633].
“Sin ti no hacer nada; ayúdame Tú siempre, Jesús, ayúdame y dame sufrimientos. Basta que vengan de Ti para que yo lo pueda hacer. Si te pudiera quitar todos los sufrimientos que Tú tienes! si yo pudiera, te los quitaría, que es mucho lo que has sufrido ya, ¡es muchísimo! Y yo quiero vivir para amarte y amarte sufriendo; pero que Tú no sufras, Jesús, que Tú no sufras que a mí me da mucha pena verte sufrir de esta manera, ¡de verte así dolorido, Jesús! Hazte ánimo, Jesús mío, y ayúdame para que yo no me separe por ninguna causa de Ti; quiero estar Contigo; quiero estar junto a Ti, quiero sufrir... en vez de que Tú sufras, quiero sufrir yo, que Tú ya has sufrido bastante, ¡yo no sé cómo has resistido tanto dolor! No me digas que te queda todavía tanto que sufrir, ¡Jesús mío! ¿¡cómo puedes querer sufrir más de lo que estás sufriendo?! ¡no, Jesús!! Estáte con nosotras y verás que estás contento; las hijas son buenas, los hijos también; estarás contento de encontrarte en medio de los hijos y las hijas; ¡hazlo, Jesús mío! ¡hazlo! Hazlo, Jesús mío, para gloria tuya y bien de los hijos y de las hijas. Y yo, pues quiero junto a ellos estar y quiero sufrir por Ti, Jesús mío; pero mejor si Tú me das a mí tus sufrimientos y dejas Tú ya de sufrir, y sólo te preocupas de darnos una mano y ayudarnos, para iluminarnos para que no seamos capaces ya nada más que de darte gloria, amarte y hacer tu divina voluntad; que de lo demás no nos ocupemos, Jesús mío, que no nos ocupemos ninguna, yo la primera; ya he hecho ese propósito y hace días que no... ; pero Tú, Jesús mío, ya sufres bastante, en cambio nosotras, no sufrimos, - juzgando por mi misma - por lo menos no lo veo, porque, ¿es eso sufrir? No, nosotros no sufrimos, es ver sufrir lo que hacemos, ver cómo sufres Tú”[634]
“Quitemos todo, pero el sufrimiento como Tú lo quieras; como Tú nos lo des, no, porque eso lo podemos abarcar, pues Tú nos lo darás como Padre”[635]
“Hazlo ya, Jesús; no sufras más, que las hijas te aseguro que también lo desean y si tienen que sufrir lo harán contentas; afortunadamente, Jesús, tienen deseo de sufrir por Ti y darte mucha gloria; ¡hazlo, Jesús mío! Que te ayuden los hijos y las hijas y haz, que yo pueda también ayudarte y ayudar a los hijos y a las hijas, hazlo, Jesús mío ... los que están en casa tienen que hacer otras cosas y no les atrae el sufrimiento; son jóvenes, no lo piensan bien. Tú dales una ayuda de vez en cuando, porque buena voluntad tienen, pero aún no están fuertes; es una voluntad mezclada con una ... tan grande que no llegan a sufrir como deben sufrir”[636]
“Y a mí ayúdame para que pueda, por lo menos, por lo menos quitarte a Ti todas las penas que tengas, estar Contigo para ayudarte en todo aquello que Tú quieras y también todo aquello que yo pueda y que así seamos una familia; una familia que vienen ellos por una parte, ellas por la otra y yo por la otra y estamos todos ... ¿que te daremos guerra? no, no te haremos sufrir, no, no Jesús mío, no, verás que no te damos ningún disgusto; queremos estar unidas a Ti y vivir Contigo; no tenemos ganas de morir, no, sino de estar Contigo, ¡de vivir!”[637]
Este tema ya lo hemos abordado, aunque sumariamente, en la segunda parte de este capítulo, en el apartado titulado “la Madre es una enamorada de “sufrir” junto a Dios y por él”, página 134. La Madre está pidiendo a Dios que le envíe todo tipo de sufrimientos que crea conveniente para estar más cerca de él, pero está en el último grado de la perfección, esto es, en el estadio de la “inmolación”. Por eso, este tema debe ser leído e interpretado según las coordenadas espirituales de la vida de inmolación, no según nuestras experiencias, deseos o concepciones lógicas. Aplicar otro tipo de análisis sería pretender rebajar la experiencia espiritual de la Madre a experiencias personales de quien se mueve en otro terreno muy lejano del de la Madre.
Este deseo de sufrir de la Madre, fruto del grado de “inmolación”, nos permite acercarnos a experiencias sublimes de la Madre, nos hace intuir el amor que se vive en esas alturas, nos ayuda a entender los caminos de unión con Dios en esas alturas espirituales y nos da una pálida ideas del amor de Dios, Padre misericordioso a sus hijos necesitados y pecadores: Dios se entrega hasta la muerte. El hombre se entrega a Dios hasta la inmolación, Dios nos ama hasta la muerte.
Ante todo, una observación previa. Cuando la Madre habla de “sufrimientos”, de “sufrir”, de que Dios le dé la gracia de participar en sus sufrimientos, no se trata sólo de ofrecer a Dios las cruces que surcan su vida o de llenar la jornada con “sacrificios” agradables a Dios para ofrecérselos. Se trata de acompañar, de hacerse partícipe y de llevar juntamente con Dios los sufrimientos mismos de Dios, A. M., que lo llevaron hasta morir en la cruz. Ella, en su experiencia mística, ve que Dios sigue sufriendo esa misma “pasión” por el hombre y pide de entrar también ella en ese misterio de amor. Pide de acompañarle en los sufrimientos de la cruz y en los mismos sufrimientos que Dios padece hoy cuidando de sus hijos. Quien verdaderamente ama, se identifica con la persona amada y el amor toma la forma de entrar en los sufrimientos de la persona amada, tomando parte en ellos.
La identificación con los deseos de Dios se hace deseo de sufrir con él y por él. “Yo solamente quiero darte gloria a Ti sufriendo todo aquello que Tú creas (está suplicando pasar por los sufrimientos de la Pasión de Jesús)”. “Quiero amarte fuertemente, quiero vivir para sufrir, quiero amar para darte gloria a Ti; para darte gloria”. “Te das cuenta, Jesús mío, ¡cuánto sufrí viéndote a Ti con ese sufrimiento”.
“Que tanto los Hijos como las Esclavas de tu Amor Misericordioso, no ambicionen otra cosa que amarte, sufrir por Ti, ayudarte, Jesús mío, y darte gloria”. Amor, sufrimiento y gloria de Dios se identifican, se hacen uno. “Tú no sufras. Dame a mí lo que Tú creas, lo que Tú quieras, pero déjame sufrir. Dos cosas quiero: amar y sufrir, amar y sufrir”. En otros textos dice: “para ayudarte” y “para ayudar a los hijos e hijas a unirse a ti”.
Sufrir “contigo” es dar a Dios la mayor gloria y es la forma más sublime de “unión contigo”, de estar unida a Dios. “De todas formas, Jesús mío, a mí me interesa esto: yo quiero darte mucha, muchísima gloria; quiero sufrir por Ti y quiero morir amándote, morir sufriendo todo lo que Tú permitas”. “Ayúdame y dame sufrimientos. Basta que vengan de Ti para que yo lo pueda hacer. ¡Si te pudiera quitar todos los sufrimientos que Tú tienes! Si yo pudiera, te los quitaría, que es mucho lo que has sufrido ya, ¡es muchísimo! Y yo quiero vivir para amarte y amarte sufriendo; pero que Tú no sufras, Jesús, que Tú no sufras que a mí me da mucha pena verte sufrir de esta manera, ¡de verte así dolorido, Jesús! Hazte ánimo, Jesús mío, y ayúdame para que yo no me separe por ninguna causa de Ti; quiero estar Contigo; quiero estar junto a Ti, quiero sufrir... en vez de que Tú sufras, quiero sufrir yo, que Tú ya has sufrido bastante, ¡yo no sé cómo has resistido tanto dolor! No me digas que te queda todavía tanto que sufrir, ¡Jesús mío! ¡Cómo puedes querer sufrir más de lo que estás sufriendo! ¡No, Jesús!”
Como vemos, el valor de esta inmolación no reside en la grandeza y cantidad de los sufrimientos, sino en el amor que genera esa entrega: “quiero amar y sufrir, amar y sufrir”, “quiero amar fuertemente, quiero vivir para sufrir”, “quiero amarte sufriendo”.
La grandeza del sufrimiento está a la altura del amor (quinto grado, lo más alto) y la grandeza del amor genera la grandeza del sufrimiento. ¡Como para decir que esto es espiritualidad trasnochada y de otros tiempos!
La norma espiritual de santificación en el A. M. de “amar hasta el sufrimiento” tiene su origen aquí, se funda en este principio espiritual y tiene como meta este amor crucificado e inmolado.
[626] Pan 22, 444
[627] Pan 22, 462
[628] Pan 22, 473
[629] Pan 22, 542-43
[630] Pan 22, 510-11
[631] Pan 22, 619
[632] Pan 22, 643
[633] Pan 22, 989
[634] Pan 22, 1011-15
[635] Pan 22, 1019
[636] Pan 22, 1021-22
[637] Pan 22, 1044