4. Es verdadera unión

Los H y las EAM, al nacer como “hermanos” y en Familia[734], son “una misma cosa”[735], “incapaces de darse un disgusto el uno al otro”[736]

Como ya he reseñado, no es unión afectiva o humana, basada en la sintonía de caracteres o en la comunión de intereses. Es unión verdadera, unión humana y cordial, pero “en tu amor y caridad”[737]. Es unión que asume el cuidado del otro, con vivo deseo e interés por el otro, pero respetuosa[738]. “Que tengan deseo e interés para que Tú, Jesús, estés contento”[739]

Impresiona verdaderamente la emoción de la Madre cuando habla y sueña con esta unión “de familia”. Se siente madre y lo más grande para una madre es la unión de la familia. “Para mí no hay otra cosa más grande en el mundo, ni fuera de él, que la unión de los hijos y las hijas[740]. ¿No nos habrá hecho nacer Dios como Familia sirviéndose para ello de una madre, no de un padre?

Cuando humanamente hablamos de unión hacemos referencia a concordancia de voluntades o de esfuerzos. La Madre implica también en esta unión el aprecio, la ayuda y cercanía y sintonía espiritual. Es una unión y sintonía “vigilantes[741] sobre las necesidades de los miembros de la Familia, sobre los males que pueden acechar a los demás miembros de la misma Familia y, esa unión de Caridad, es la unión se hace vigías por los pobres y necesitados. No se cierra afectivamente en sí misma: como “palomitas que se asoman, rezan y están siempre atentas por si alguien las hace cualquier cosa”[742]

Las casas del A. M. son “nidos donde hay una buena cantidad de palomas que viven unidas a Ti, estrechamente unidas a Ti y entre sí: los hijos a las hijas y las hijas a los hijos.”[743]. Juntos vigilan, rezan y forman un nido atrayente y cálido que contagia la unión a los necesitados de la misericordia divina.

Es una unión que nace y se asienta firmemente en el amor y en la Caridad de Dios, A. M., Por lo tanto está impregnada de las actitudes del A. M.: ama al otro más que a sí mismo, está dispuesto a perder todo por salvar al hermano, no duda en dar la vida para que el hermano viva. “Ayuda, para que hijos e hijas estén siempre muy unidos en tu amor y tu caridad y que Tú les puedas dar, Jesús mío, aquello que necesitan ... Tú se lo puedes dar, yo soy una tontaina, Tú tienes poder para todo[744]. Ese amor y esa unión los puede dar sólo el A. M. “Haced la gracia, Jesús mío, de que hijos e hijas unidos en tu amor y caridad, puedan hacer todo aquello que Tú deseas. Hazlo, Jesús de mi vida, Tú puedes, si no fueras Tú no te lo diría, pero Tú puedes, ¡Jesús mío! Así hijos e hijas te darán mucha gloria, lo verás[745].

No es una unión de “gorrón[746]. “Que se ganen la vida tanto los hijos como las hijas[747].

Es una unión que acude siempre presurosa ante la necesidades del otro desde su propio sitio. “Que se vean siempre las hermanas apoyadas por sus hermanos y que sea para tu gloria ... Sí, Jesús mío[748]

La Madre no se cansa de pedir a Dios por la unidad de las dos Congregaciones, matizando mucho lo que entiende por unión. Ve la unión en función de “recurrir individualmente y en conjunto a Dios en todo”. Somos “una misma Familia” para recurrir a Dios juntos en toda dificultad y para superar todo problema en el camino de la santidad. La unión de “Familia” exige “personas maduras, acostumbrados a superar tantísimas cosas como en la vida hay que soportar“Yo, Jesús mío, he sufrido estos días atrás, pero ayer he gozado pues comencé a ver las cosas más claras y hoy mucho más o mejor dicho clarísimas; y por eso sólo te pido la gracia de que hijos e hijas unidos siempre a Ti, acudan a Ti para todo y Tú seas el que los guías como hasta ahora. Y que tenga la dicha de verlos como religiosos maduros, acostumbrados a superar tantísimas cosas como en la vida hay que soportar”[749]

La unión de “Familia” es “hambre de estar juntos”, pero esta hambre está fundamentada en el “fervor” de la búsqueda de sólo Dios. Estamos unidos porque tenemos “hambre” de santificarnos y “sed” de dar gloria a Dios. “Pero los quisiera ver, Jesús mío, los quisiera ver unidos, los quisiera ver fervorosos ... están fervorosos, sí, hacen lo que tienen que hacer como obligación, pero es un fervor así ... no sé porqué, no lo encuentro. Ayúdales Tú, y se lo pediré a ellos también y se lo diré: que vivan unidas, que tengan hambre de estar con sus hermanos, hambre de santificarse, hambre y sed de darte mucha gloria a Ti, ¡Jesús mío, hazlo!”[750]. “Te puedan dar mucha gloria, pero que, unidos en tu amor, sepan ser lo que Jesús quiere; ¡hacerlo, Virgen santa! Haz, que hijos e hijas vivan siempre unidos en tu amor y tu caridad. Sí, Jesús mío, ayúdales, ayúdales; ayuda primero a los hijos que veo que están en esa turbación, en ese ... no, no se terminan de poner bien. Ayuda, Jesús, a los hijos para que ellos se cuiden de sus hermanas y que hijos e hijas se unan siempre que tenga necesidad de ello, que se unan para hacer las cosas, Jesús mío, que se unan y que no tengas necesidad de estar esperando que te den ... no, que se unan, que sean ellos los que se ponen en seguida a hacer tu voluntad, a hacer lo que Tú digas, Jesús mío: hazlo, Tú puedes hacerlo todo. Tú puedes, Jesús mío, hacerlo todo, ¡hazlo, Jesús, hazlo!! Y ayuda, Jesús mío, a estos hijos e hijas para que verdaderamente sean verdaderos hijos e hijas y ninguno te dé ningún disgusto, Jesús mío”[751].

Esta unión “santificadora y santificada” es extremadamente transparente. La Madre es consciente de los peligros que entraña, sobre todo en las personas que no tienen hambre de santificarse. “Ayuda a los hijos y a las hijas; no sea que ellos también hagan algo grande, ayúdales ¡hay tanto mal! Ayuda, Jesús mío a los hijos y a las hijas; que no tengan que purgar nada, Jesús mío, ayúdales, y ayúdame[752]. De aquí la insistencia en que debe ser una unión “santificante y santificadora”. Pero debe ser “unión”. “Que no sea un amor así de palabras solamente, no lo resisto; tengo necesidad de Ti por las hijas y por los hijos: que estén unidos, hazlo, Jesús mío, que estén todos unidos a Ti.[753]. “... para ayudar siempre a sus Hermanas. Ayúdales Tú, Jesús mío, para que tengan esa satisfacción de poder vivir junto a sus Hermanas pero con la ilusión de santificarse y que vivan tranquilos y que sean santos religiosos[754].

La Madre matiza muy bien como debe ser este amor de Familia. “Y haz, que las hijas y los hijos, unidos en tu amor y en tu caridad, no unidos entre sí, sino en tu amor y en tu caridad, acudan a Ti para todo, Jesús mío; tanto los hijos como las hijas, que no tienen necesidad de acudir a nadie más. Son todos para Ti y quieren morir Contigo; ¡hazlo, Jesús mío, hazlo!”[755]. No unidos entre sí, sino en tu amor y caridad. Es amor divino y sobrenatural

“Tú, sí lo puedes hacer; puedes hacer la gracia de que hijos e hijas puedan vivir sin darte a Ti ningún disgusto, puedan vivir unidos en tu amor y en tu caridad los hijos y las hijas; no separarles, que no anden nunca las hijas a un lado y los hijos a otro[756]. “Que no tenga yo que ver a los hijos y a las hijas separados, alejados, que uno habla mal del otro, ¡no! unidos los hijos y las hijas; ¡hazlo, Jesús mío! ¡Hazlo, Jesús de mi vida!”[757]

La Familia de A. M. la forman los miembros de las dos Congregaciones que en unión con Dios y está formada por Dios que vive en unión con todos. “A mí me basta con que todos nos demos de lleno a amarte a Ti, Jesús y poder decir con verdad que viven en unión Contigo y Tú con ellos. Que lo podamos decir claramente tanto ellos como nosotras, tanto nosotras como ellos”[758].

No es unión de palabras o de sentimientos humanos. Es identificación en el carisma (“árbol”), es una misma misión (“fruto”). “Y haz, que estas hijas y estos hijos se unan como brotes de un mismo árbol, como fruto del mismo árbol[759]. De ahí viene que la unión traerá “participación” en la gloria que procurarán a Dios mediante “la unión de misma Familia”, “gozo”, “bienestar común” y “paz interior” “Que puedan vivir y darte grande gloria por Ti al Padre y con el Padre a Ti. Y que las hijas y yo participemos de esa gloria vuestra. Que hijos e hijas podamos gozar de la armonía entre hijos e hijas, del bienestar común y paz interior y que así podamos vivir unidos todos a Vos, Jesús mío[760]. “Jesús mío, ayuda a las hijas, ayuda a los hijos, ayúdales para que vivan unidos, sí; pero unidos a nuestro Padre, nuestro Dios y nuestro Todo; a Ti, Jesús, confío los hijos y las hijas[761]

La Madre utiliza otra imagen sugestiva: la cadena, unidos como una cadena.“Que sea una fuerte cadena, una fuerte cadena que unida camina bien; pero que no sea una cadenucha que se va rompiendo a cada momento, a cada segundo, no; que sea fuerte, un amor fuerte y que ese amor, aunque a alguno le sea de verdadero sacrificio, es lo primero y el más grande sacrificio que se debe hacer.”[762]. La Madre sueña con una unión:

- Fuerte

- Un amor fuerte

- Un amor que debe ser lo primero

- Un amor que es el más grande sacrificio que se debe hacer

Suscita asombro la contundencia de la Madre en este punto: “Ponte fuerte, Jesús, no te lo debía yo de decir pero, te lo digo, sí. Cuanto más duro sea, hazlo, cuanto más fuerte sea esta ayuda, mejor será; por lo menos si no quieren estar, se irán y no estarán dentro de la casa religiosa enseñando a los demás lo que ellos no quieren hacer, ni quieren practicar”[763]. Todos intuimos a qué se refiere la Madre con la expresión “ponte fuerte”, “cuanto más duro sea esa ayuda” mejor.

La unión no es “revueltijo” inmaduro, ni ayuda intranscendente. Es unión para santificarse, “cada uno por su parte”. “Ayuda a los hijos, ayuda a las hijas, y que ambos vivan unidos, los hijos por una parte y las hijas por la otra y que te den tanta gloria, Jesús mío, tanta gloria!! Que recibas tanta gloria de las hijas y tanta de los hijos, ¡hazlo Jesús mío!”[764]. “Pues que los hijos y las hijas vivan unidos pero separados; yo ya se lo he dicho al Padre: unidos pero no tan cerca como ahora, un poco más alejados, porque he visto que el diablo es muy diablo y además la naturaleza es también sumamente tremenda que puede hacer caer en algún enredo a alguna hija, por su propia ignorancia; así es que para rezar no necesitamos más; lo otro por ignorancia se puede perder, se puede hacer mal pero nunca debemos ... que lo hagamos por Ti, para Ti y unidas a Ti; ¡hazlo, Jesús mío”[765]

La Madre ve este amor como gracia salvífica que el Señor concede a las Congregaciones. Es un amor fuerte, que, al ser en el Señor,” identifica”, los hace “uno”, los “hace una misma cosa”, a imagen de la unión de Jesús con nosotros. “Que reine la paz, la unión, el amor de hermanos; el amor, la unión de hermanos entre Jesús y nosotros; ¡hazlo, hazlo Señor! si no a cada poco tendrán esto que se tratan así... No lo sé cómo hacer para que se traten de amarse mutuamente, de ser una misma cosa el uno con el otro; pero no llegamos a esto, Jesús mío, yo no lo veo ... sí, porque si a mí me hace daño también, si son dos que están unidos y otro que viene que no lo está tanto y viene con una queja, o a decir cualquier cosa y no lo escuchan, ... yo se lo he dicho ya, pero no lo sé si lo hacen; me parece que todavía no, Jesús mío; ... sí, la carne está y está viva y la carne es carne y si los sentimientos vienen, ... ayuda, Jesús mío, ayúdales; ayuda a los hijos y ayuda a las hijas que se traten como verdaderos hermanos, que se traten Jesús mío ... y, esto sí, ayúdales para que no tengan un atractivo no decente, no bueno, sino un atractivo de hermano a una hermana, Jesús mío”[766]

Vivida la unión en la unión con Jesús esa unión será siempre “límpida de conciencia y grande de corazón”Ayúdame, Jesús mío, para que la unión de hijos e hijas sea grande y límpida; límpida de conciencia y grande de corazón para ayudarse mutuamente. Límpida Señor, límpida de historias, de cosas, y grande para recibir cada día aquello que se presente”[767]. “Hacerlo, Jesús mío, que es muy importante que ellos vivan como verdaderos hermanos, no como amigos, no como unos que están ahí trabajando, no; como verdaderos hermanos y que ellos con libertad se expansionen y puedan estar tranquilos de espíritu; ¡hazlo, Jesús mío!”[768]


[734] Pan 22, 433

[735] Pan 22, 490

[736] Ibid

[737] Pan 22, 472

[738] Pan 22, 490

[739] ibid

[740] Pan 22, 491

[741] Pan 477

[742] ibid

[743] Pan 22, 481

[744] Pan 715

[745] Pan 22, 769

[746] La expresión ‘ser un gorrón’es utilizada para referirse a aquella persona que se dedica a comer, beber, divertirse y en definitiva a  vivir a costa de los otros. El término ‘gorrón’ es un aumentativo de ‘gorra’, de la que han nacido muchas expresiones como ‘vivir de gorra’‘comer de gorra’ (y así con todas las cosas que se pueden hacer cuando el que paga es otro). Los expertos sitúan el origen hacia finales del siglo XVI en los ambientes estudiantiles de la Universidad de Salamanca, donde muchos de los alumnos que asistían no disponían de demasiado dinero para mantenerse, por lo que se las ingeniaban de cualquier manera para poder alimentarse sin pagar.

[747] Pan 22, 770

[748] Pan 22, 785

[749] Pan 22, 783

[750] Pan 22, 878

[751] Pan 22, 914-16

[752] Pan 22, 923

[753] Pan 22, 923

[754] Pan 22, 931

[755] Pan 22, 1034

[756] Pan 22, 1151

[757] Pan 22, 1360

[758] Pan 22, 937

[759] Pan 22, 943

[760] Pan 22, 943

[761] Pan 22, 947

[762] Pan 22, 1264

[763] Pan 22, 1264

[764] Pan 22, 1300. “Ayuda también a las hijas, ayúdalas que se santifiquen; que hijos e hijas vivan siempre unidos; se traten como verdaderos hermanos y hermanas y que te den tanta satisfacción a Ti, Jesús mío, tanta satisfacción; ¡ayúdanos, ayúdanos, Jesús mío!” (Pan 22, 1302)

[765] Pan 22, 1535

[766] Pan 22, 1351-53

[767] Pan 22, 1400

[768] Pan 22, 1443